José Apezarena

Chantajear al rey

La difusión de unas conversaciones grabadas por el CESID (hoy CNI) al entonces rey, don Juan Carlos, han puesto de actualidad un viejo affaire político y policial, de escuchas ilegales, ya aireado en su día y que acabó con la dimisión de un vicepresidente del Gobierno (Narcís Serra), un ministro de Defensa (Julián García Vargas) y el director del servicio de inteligencia (Emilio Alonso Manglano).

El trasfondo de este movimiento supuestamente periodístico no es claro: falta por conocer con qué intenciones se resucita un asunto tan escandaloso… veinte años después. Por qué y para qué, son claves que no se han desvelado, aunque no faltan quienes lo vinculan a la vergonzosa “guerra de comisarios”.

Si fuera esa la realidad, alguien parece querer chantajear al Estado con la amenaza de sacar a la luz presuntos megas y teras de información y grabaciones que posee, sobre asuntos oscuros y sobre decenas de personas importantes, ofreciendo permanecer en silencio a cambio de que sus fechorías actuales no sean castigadas por los jueces.

En mi opinión, el Estado no debe doblar la rodilla en ningún caso, sean cuales sean las consecuencias de esas presuntas revelaciones si las hubiera, y alcancen a quien alcancen. Y, por tanto, debe proceder sin demora a castigar lo que sea preciso castigar. Ahora con más motivo. Aunque se tratara de un viejo comisario que, por lo visto, ha prestado ciertos servicios al país.

Una de las coartadas de quienes andan difundiendo las conversaciones grabadas a don Juan Carlos es afirmar que, con ello, quieren desvelar que el Gobierno de aquel momento, presidido por Felipe González, presionó al monarca para que en sus discursos no denunciara la corrupción que entonces aquejaba al socialismo y a muchas de sus principales figuras.

No lo veo en absoluto. No me cuadra. No veo a Felipe González haciendo algo tan increíble como intentar chantajear al rey, al que, por cierto, conocía muy bien.

Pero menos aún veo a don Juan Carlos aguantándolo, es decir, dejándose chantajear. No le va. No cuadra ni con su fuerte carácter (que lo tenía y lo tiene), ni con su trayectoria, ni tampoco con su enorme sentido común y visión de la jugada. Porque resulta bien conocido que, en caso de intento de chantaje, si una vez se cede, ya quedas prisionero para toda la vida.

Moncloa, el ministerio de Interior, los servicios de información, el CNI, la policía, ¿no tienen nada que decir sobre estas maniobras, su trasfondo, objetivos y autores? ¿No han investigado, no han averiguado nada? Creo que urgen respuestas clarificadoras.

editor@elconfidencialdigital.com

 

En Twitter @JoseApezarena

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