José Apezarena

Encuestas: ¡peligro de infarto!

Prácticamente cada fin de semana se nos regala con la publicación de una encuesta electoral. Sin embargo, los resultados sucesivos están siendo tan cambiantes que existe riesgo cierto de infarto, no sólo para los directamente afectados, los partidos y los políticos, sino también para quienes las seguimos con asiduidad. Tal es el calibre de los altibajos y vaivenes que muestran.

Existen en principio tres partidos en liza, peleando por los primeros puestos. Pues bien, la última encuesta, de este mismo domingo, colocaba al PSOE como partido más votado, con Podemos en segunda posición y el PP el último, ubicado en el umbral del 20% de intención de voto. Por cierto, Pablo Iglesias perdía 18 puntos.

Esta ultima entrega tiene poco que ver con sondeos difundidos en semanas anteriores. Hace tres semanas, apareció uno que situó a Podemos al frente del terceto, con PP en segundo lugar y PSOE en tercera posición. Y el siguiente fin de semana, una entrega distinta ubicó al PP como primero, el PSOE segundo y Podemos en tercer lugar. Demasiado baile de posiciones.

Así que, ¿en qué quedamos? ¿Podemos fiarnos de los datos que publican los medios? Porque sucede que los intervalos temporales entre una y otra encuesta suelen ser de sólo una semana, y en siete días no es posible que se pueden producir cambios tan notorios, de forma que un partido que hoy está en la cabeza mañana aparece el último.

Algo no funciona. Algo tendrían que explicar quienes firman las encuestas y quienes las publican. Ya que, en el mejor de los casos, y vistas las divergencias, solamente una puede ser la buena y las otras no. El problema es saber cuál.

No basta, por supuesto, argumentar que se trata de una situación política muy cambiante, y que las diferencias son tan mínimas que cualquier pequeño error trastoca los resultados. Se supone que nos encontramos ante trabajos científicos, que aplican medidas de corrección suficientemente testadas y garantizadas, de modo que los resultados merezcan una mínima confianza. Digo se supone, porque tantas subidas y bajadas en espacios de tiempo tan cortos huelen a chamusquina.

Mientras, aquellos que se encuentren al borde del infarto por ese tobogán de alzas y bajas, estarían en su derecho de demandar a las firmas demoscópicas protagonistas de esos estudios sociológicos, como causantes de grave riesgo para la salud.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

 
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