Lloronas y llorones

No consigo reponerme de las imágenes que han ofrecido y sirven todavía las televisiones: cientos y miles de coreanos, mayores de edad, hechos y derechos, muchos de ellos altos cargos, llorando en público a moco tendido.

Y, ¿por qué lloran de forma tan lastimera? Por la muerte del Querido Líder. O sea, de Kim Jong-il, presidente hereditario y vitalicio del país, fallecido el 17 de diciembre, cuyo funeral será celebrado mañana.

No es que lloren sin más, o sea, derramando mansamente lágrimas. Es que se retuercen de dolor, gesticulan, se llevan las manos a la cara, a los ojos… Impresionante.

Me parece increíble que esas personas lamenten con tal intensidad esa muerte. Tratándose, además, de un personaje que ha llevado el país a la ruina, hambrunas incluidas.

Y me parece muy excesivo un espectáculo que hasta provoca vergüenza ajena.

Demasiados llorones y lloronas.

 
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