Que los diputados sean gente de a pie

Circula por Internet un correo solicitando firmas para una Iniciativa Legislativa Popular dirigida a introducir sustanciales cambios en el status de los diputados. El mensaje pide a los destinatarios que lo repitan a sus listas de correo, hasta conseguir las 500.000 firmas que requiere una ILP para ser tramitada.

La síntesis de la propuesta es que se busca convertir a los diputados en ciudadanos de a pie, equiparados al resto de españoles. Y de entrada la idea no me parece descabellada.

Como primer punto, plantea que el diputado perciba salario solamente durante su mandato, y una jubilación solamente por el mandato realizado.  Lo considero razonable.

A continuación establece que contribuya al Régimen General de la Seguridad Social como el resto de ciudadanos, que el fondo de jubilación del Congreso pase al régimen vigente de la Seguridad Social, y que el diputado participe de los beneficios del régimen de la Seguridad Social exactamente como los demás ciudadanos. Además: que el fondo de jubilación no pueda ser usado para ninguna otra finalidad. No me parece mal.

Pide en tercer lugar que el diputado pague su plan de jubilación, como todos los españoles.  Estoy de acuerdo.

La siguiente propuesta me parece más complicada. Establece que el diputado dejará de votar su propio aumento de salario. Es que, por definición, los presupuestos del Estado los vota, así que va a resultar impracticable sustraer a los diputados la decisión sobre sus ingresos.

La quinta propuesta impone que el diputado deje su actual seguro de salud y quede sujeto al mismo sistema de salud que los demás ciudadanos españoles .También razonable.

El siguiente punto es en realidad una obviedad, porque dice que “debe cumplir las mismas leyes que el resto de los españoles”.  ¿Es que acaso no las cumple?

El apartado séptimo constituye una declaración de principios, al afirmar que “servir en el Congreso es un trabajo, no una carrera”. Pero más concreto es el añadido que establece un máximo de dos legislaturas, de forma que después se incorporen a la vida laboral anterior, si la tenían, y, si no, al paro. No veo tan claro lo de los dos mandatos, quizá habría que extenderlo a tres.

 

Plantea después reducir al menos un 30% el número de cargos políticos en las instituciones: concejales, diputados, diputados regionales…, etc. Mi pleno apoyo a esa idea.

En noveno lugar demanda que se eliminen “instituciones obsoletas o duplicadas: senado, diputaciones provinciales”. Puedo apoyarlo.

El punto décimo y último estipula que se reduzcan un 50% el número de asesores de cargos políticos y se limiten sus retribuciones. Yo los reduciría más aún.

Lo saludable de iniciativas semejantes es que, por un lado, constituyen buen reflejo de los estados de ánimo de la gente. Y aquí se retrata la escasa consideración que merece el trabajo de los diputados. Por otro lado, estimulan a los ciudadanos a ser protagonistas más directos de lo que se cuece en el país, y en concreto a que se movilicen y hagan oír su voz.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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