José Apezarena

La gallardía de Gallardón

Algunos afirman que es fácil elogiar a alguien cuando se va. Y no estoy tan de acuerdo con esa teoría, porque en tales casos suele resultar mucho más llevadero criticar a quien abandona, precisamente porque ya no ocupa el cargo y en teoría pierde el poder que atesoraba.

Esto último es lo que ha empezado a ocurrir en el caso de Alberto Ruiz Gallardón tras su decisión de abandonar el ministerio de Justicia. Como puede leerse en estas mismas páginas, desde su propio partido han comenzado a destilar acusaciones y críticas que habían callado hasta ahora. Lo cual es bastante lamentable, en mi opinión.

Yo me alegro de la dimisión de Alberto Ruiz Gallardón. Me explico. No de que abandone el ministerio, que en eso no me meto ahora, sino de que por fin aparezca un político que abandona voluntariamente el cargo. En este país donde nadie dimite, pase lo que pase, un arranque así resulta gratificante.

Pero sobre todo deseo destacar el hecho de que renuncie al ministerio por convicciones, por principios. No por haber chocado con otros políticos, o por haber caído en desgracia ante el presidente, ni, por supuesto, por sospechas de corrupción, sino por tener unos planteamiento de fondo sobre asunto tan serio como es la regulación del aborto y el derecho a la vida.

Gallardón estaba convencido de que la ley que aprobó Zapatero tenía que ser profundamente modificada, por injusta y dañina, lo plasmó en un anteproyecto de ley que recibió el voto de su Gobierno, se ha encontrado con que al final le dejaban en la estacada, y ha optado por tomar el portante.

Su salida, en fin, me reconcilia un poco con los políticos como gremio humano. Porque es un gesto de gallardía. A mi parecer.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

 
Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato