José Apezarena

La imparable agonía del bipartidismo en España

Las generales de diciembre han mostrado un profundo declive del bipartidismo en España, a pesar de que los dos grandes partidos, PP y PSOE juntos, todavía conservan el 60% del electorado.

El problema para esas formaciones es que el retroceso constituye una tendencia de fondo que, si se mantiene, acabará definitivamente con el modelo político que ha protagonizado la democracia desde la transición porque aparecerán otros operadores distintos.

Es la aparatosa conclusión que se obtiene de los datos suministrados por el sociólogo y encuestador Jaime Miquel, autor del libro La perestroika de Felipe VI, en el que analiza lo ocurrido desde la Constitución de 1978, datos que José Ignacio Torreblanca desmenuzaba y resumía ayer en su artículo de El País

En España hay algo más de cuatro millones de votantes nacidos antes de 1938. Son los niños de la guerra, tienen más de 77 años y representan el 12% del censo. A continuación figuran casi nueve millones de nacidos entre 1939 y 1959. Son los niños de la autarquía, que tienen entre 57 y 76 años y suman el 25% del censo. Y después aparece la generación de los reformistas: nueve millones y medio de ciudadanos, de entre 42 y 56 años, nacidos entre 1959 y 1973, que componen el 28% del censo.

El dato más rotundo es que los nacidos después de 1974 suman 12 millones, que representan el 35% del censo. Y con ellos se ha producido una ruptura generacional respecto a los dos principales partidos, que explica la reconfiguración desvelada por las elecciones generales.

Ocurre que el Partido Popular obtiene más de la mitad de sus votos entre los mayores de 65 años, y que el PSOE lo hace entre los mayores de 54. De ahí para abajo, la sintonía de las dos fuerzas mayoritarias con la poblacióm se rompe. Es decir, el bipartidismo empieza a naufragar.

Según el sociólogo, el batacazo de PP y PSOE en las últimas elecciones solo puede ser entendido por la incapacidad de esos partidos para ganarse a los ciudadanos nacidos en democracia, que desprecian los usos de una política tradicional caracterizada por el clientelismo, la sumisión a la autoridad, la corrupción, la falta de transparencia y la negativa a rendir cuentas. La cultura política de los jóvenes de hoy, urbanos y educados, es abierta, participativa, informada y crítica.

Concluye Miquel que los nuevos votantes no se sitúan ni a la izquierda ni a la derecha, ni tampoco están abajo esperando un líder populista que les guíe. Sencillamente están “enfrente”. Entonces, la pregunta no es qué reformas pactar con esos nuevos ciudadanos sino qué rupturas.

Si PP y PSOE no se dan cuenta y, sobre todo, no son capaces de reaccionar para enlazar y conquistar a estas generaciones, y a las siguientes, serán cada vez más los que no les votarán y con ello el actual bipartidismo perecerá irremediablemente.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena


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