José Apezarena

El líder que no lidera y la trampa para osos

Confieso que no acabo de entender a Pedro Sánchez ni, por tanto, su liderazgo en el socialismo español. De entrada, me parece que se trata de un líder que no lidera.

Ganó las primarias en el PSOE simplemente porque le apoyó Susana Díaz. Y la lideresa andaluza se lo otorgó viendo que, cuando ella sugirió que podría presentarse y que la condición era que no existieran otros candidatos, Pedro Sánchez aceptó quitarse de en medio, al contrario que Eduardo Madina, que anunció que él no abandonaba. Ante ello, Díaz no se presentó, pero castigó a Madina y premió a Sánchez, que por eso ganó.

Casi sin haber aterrizado en Ferraz, Pedro Sánchez se estrenó ordenando a los eurodiputados socialistas que no votaran a Miguel Arias Cañete para comisario, siendo así que en Estrasburgo existía un pacto entre los dos bloques ideológicos que incluía el nombramiento del ex ministro de Agricultura. Con ello, el crédito y fiabilidad internacional del líder socialista, y de su partido, quedaron en entredicho.

A continuación, no se le ocurrió otra que arremeter, y con todas las baterías, contra la reforma del artículo 135 de la Constitución aprobada por el Gobierno Zapatero, siendo así que el propio Pedro Sánchez, siendo diputado, votó a favor en el Congreso, e incluso remitió después un telegrama de felicitación al entonces presidente del Gobierno. Ni Zapatero, ni sus ministros, ni gran parte del socialismo europeo, han olvidado ese comportamiento.

Se metió en el atolladero de eliminar traumáticamente al incómodo Tomás Gómez, al que expulsó del liderazgo en el Partido Socialista de Madrid, abriendo una herida que aún no ha conseguido cerrar y que le puede costar muy caro en el futuro. Por si faltara algo, para intentar taponar la hemorragia se sacó de la manga la candidatura de Ángel Gabilondo, una opción fracasada porque finalmente, y a pesar de los esfuerzos agónicos de Pedro Sánchez, no va a presidir la Comunidad.

Pareció haber salido indemne, e incluso triunfador, de las elecciones municipales y autonómicas, exhibiendo para ello la cantidad de lugares donde el PP dejará de gobernar. Sin embargo, el espejismo ha ido desapareciendo, y sus propios compañeros le han puesto los pies en el suelo recordándole que el PSOE ha obtenido el peor resultado de su historia, con una pérdida de 700.000 votos.

El mensaje mostrenco del todo vale con tal de descabalgar al PP tampoco resulta muy tranquilizador respecto a quien lo lanza y mantiene. Más aún cuando, para lograr esa meta, Pedro Sánchez pacta con quien haga falta, hasta con el mismo Diablo si fuera preciso. No existe finura política en tales planteamientos, que podrían despedir un cierto tufillo de intransigencia en quien los ha promovido.

Pedro Sánchez encuentra demasiados frentes abiertos en el partido como para hablar de un liderazgo firme. Para empezar, Andalucía, la más importante federación, pero también otros territorios importantes como es el caso de Madrid.

Por si faltara poco, y tal como se cuenta hoy en estas páginas, el líder socialista se ha atrevido a boicotear la designación de Luis de Guindos como presidente del Eurogrupo. Nunca había ocurrido tal: que un partido bloqueara la nominación de un español a un alto cargo internacional solo porque el susodicho no es de su cuerda. Hay quien hasta habla de traición... a los intereses generales de España, que figuran por encima de partidismos.

 

La última encrucijada que afronta Pedro Sánchez son los acuerdos para gobernar 'gracias' a Podemos, gobernar 'con' Podemos, o para que Podemos gobierne en solitario pero con el voto socialista.

Es ya sabido que las complicidades con el partido de Pablo Iglesias están provocando gruesos sarpullidos en el interior del PSOE. Conocidos líderes y amplios sectores del partido se declaran en contra de cualquier colaboración con quienes, además de haberles insultado y descalificado durante meses, lo que buscan es precisamente quitar el sitio ideológico a los socialistas y, en definitiva, sustituirles.

En efecto, las alianzas con Podemos constituyen, políticamente hablando, una espectacular trampa para osos, en la que pueden terminar sepultados Pedro Sánchez y el conjunto de su partido. No verlo resulta una espectacular ceguera, cuando no un insólito caso de suicidio político.

Por eso hablo de un líder que no lidera y de una trampa para osos.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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