Qué mal estamos los periodistas

Acaba de desaparecer el Servicio Médico de que disfrutaban un elevado porcentaje de los periodistas madrileños, miembros de la Asociación de la Prensa, y aquí no ha pasado nada. Cuando digo nada, es nada.

El Servicio Médico era una prestación muy apreciada por los informadores, gracias a la cual podían acudir directamente a las consultas de un cualificado y desinteresado plantel de médicos, y también ser atendidos específicamente en unas cuantas clínicas privadas al margen de la Seguridad Social.

La muerte del Servicio Médico ha sido aprobada por la Asamblea de Madrid, al suprimir la ayuda que para ese fin figuraba desde hace años en una partida de los presupuestos de la Comunidad, que, como contrapartida, se ahorraba el correspondiente gasto para la sanidad madrileña.

Todo comenzó con la propuesta de un diputado socialista. La dirección de su partido ha puesto cara de póker, diciendo que se trata de una persona que va por libre. A continuación la ha votado también Ciudadanos. Y el Partido Popular, con una mayoría minoritaria y por tanto dependiendo de C's para todo, no ha hecho nada por impedirlo.

Casi sobre la marcha y sin anestesia se firmó el certificado de defunción de una de las perlas de la Asociación de la Prensa.

¿Ha pasado algo? ¿Han reaccionado los periodistas, se han movilizado, han hablado de eso en periódicos, radios y televisiones? Nada de nada. Puede afirmarse que ha sido la muerte de los corderos.

Es un síntoma más. Detrás está, seguramente, la realidad de una profesión zarandeada, con unos niveles de paro superiores a la media del país, temerosa de sus puestos de trabajo, nada protegidos por sus respectivas empresas, que bastante tienen con intentar sobrevivir. Y, por tanto, con escasos niveles de independencia y de libertad.

De verdad, qué mal estamos los periodistas. Y bien que lo lamento.

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