La pasión de José Blanco

José Blanco fue en su día un personaje emergente. Primero como factótum del PSOE, en su calidad de secretario de organización, en aquellos años en que el primer secretario, José Luis Rodríguez Zapatero, residía en La Moncloa y por tanto se ocupaba bastante poco del día a día de la formación.

Pero sobre todo saltó a la fama cuando le colocaron al frente de un ministerio estrella entonces, el de Fomento, donde manejó grandes proyectos de obra pública, presidió inauguraciones y visitó media España. Eran los tiempos del dinero sin fin.

Fue entonces cuando encargó una espectacular mansión en Las Rozas, en la que agasajaba a amigos, admiradores y cortesanos que le bailaban el agua.

Ahora, sin embargo, José Blanco empieza a sufrir el suplicio del olvido, y el más amargo aún de la soledad. De factótum de partido, con todo el poder en sus manos, de aclamado ministro inaugurador de obras faraónicas, cortejado por autonomías, ayuntamientos y grandes constructoras, ha acabado en la ominosa condición de imputado.

El ex ministro está a punto de ser imputado en el caso Campeón, por un posible delito de tráfico de influencias. Le investigan, entre otras cosas, por interceder ante algunas autoridades en favor de su amigo José Antonio Orozco, vicepresidente del Grupo Azkar, para que consiguiese la instalación de una nave en Sant Boi (Barcelona).

Y asiste, no sin cierto asombro, al despego y la frialdad de los suyos. Lo ha visualizado la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, que ha evitado posicionarse respecto a la situación de Blanco. “Vamos a ver qué es lo que hace finalmente el fiscal y cómo se resuelve esta situación, porque quedan muy pocos días y merece la pena esperar”, decía en Radio Nacional.

“Tenemos plena confianza en la Justicia y, cuando acabe su tarea, tendremos un juicio más exacto”, añadía. “Ahora mismo no está sentado en el banquillo”.

Nada de proclamar solemnemente su inocencia, nada de poner la mano en el fuego por él. Demasiadas distancias.

Así que ahora nadie es amigo de José Blanco. Y son muchos los que incluso tratan de negar que le conocen. Y eso que la pasión de José Blanco posiblemente no ha hecho más que comenzar.

 
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