El primer gran examen para Rajoy
Las elecciones autonómicas gallegas, convocadas para el 21 de octubre, ofrecen un doble interés.
El primero, lógicamente, saber si Núñez Feijóo consigue mantener la mayoría absoluta. Pero el segundo se resume en que se trata del primer gran examen para Mariano Rajoy.
Y Galicia resulta especialmente adecuada para esa evaluación por las características singulares de esa comunidad, feudo histórico del Partido Popular y uno de sus graneros de votos.
De lo que suceda en las elecciones gallegas podrá colegirse cuál es el verdadero estado de opinión de los ciudadanos tras sufrir la espectacular y dolorosa marea de recortes aprobados por el Gobierno.
Sabremos, en concreto, si los españoles aguantan el tirón y mantienen el respaldo al PP y su mayoría a nivel nacional, aunque sea a regañadientes; o si, por el contrario, han dictado ya el veredicto final y condenan al Partido Popular a las tinieblas exteriores, o sea, lo expulsa ya fuera del Gobierno.
Cierto es que se trata de un examen parcial, no de la prueba final. Pero, desde luego, esa primera evaluación de Mariano Rajoy va a ser, al margen de lo que están reflejando las encuestas, muy ilustrativa de por dónde van las cosas de verdad.
Con todo, el presidente del Gobierno tiene aún cierto margen, incluso aunque suspendiera esa primera convocatoria.
Un calendario normal tendría que llevarnos a unas elecciones generales en 2015, y en los tres años de legislatura que falta cabe aún que la gestión del Ejecutivo pueda enderezarse.
Es decir, es factible que tras un año más o dos de vacas flacas, en el final del cuatrienio hayan empezado a enderezarse las cosas.
Y entonces, de cara a una cita electoral, no sería preciso que, efectivamente, se arreglaran. Al Gobierno le bastaría, para intentar revalidar su mayoría, poder anunciar que ‘empiezan’ a arreglarse, que hemos entrado en la recuperación económica.
Con una campaña bien diseñada, eso sería suficiente. Aunque, como digo, el examen parcial de Galicia va resultar muy ilustrativo.
