El problema Felipe González

Cuando Felipe González decidió abandonar la secretaría general del PSOE, dando el relevo a Joaquín Almunia, ofreció a sus íntimos una explicación de fondo.

Su argumento fue: yo soy, por una parte, la solución para el PSOE; pero también soy el problema.

González era consciente de que había acumulado un amplísimo apoyo de las bases del partido, y también entre los españoles. Y, a la vez, sabía que sufría un elevadísimo e inamovible voto de rechazo. Su conclusión fue que, con tal nivel de rechazo, nunca ganaría unas elecciones. Y por eso abandonó.

La pregunta es si González ha remediado aquel problema, y, en concreto si, con el paso de los años, su figura suma ahora más que resta o es al revés.

La respuesta a la cuestión puede resultar crucial, a la vista de la rotunda irrupción del ex presidente del Gobierno volcándose a tope con el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba, frente a Carme Chacón.

No obstante, algunos socialistas recuerdan que Felipe González apoyó a Joaquín Almunia, en aquellas primarias que le enfrentaron a Josep Borrell. Y que es las votaciones Borrell barrió a su rival.

¿Sucederá algo semejante en la batalla por el liderazgo socialista, a pesar de que el ex presidente se haya “pringado” con Rubalcaba?

 
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