De la puñalada a la sonrisa entre tertulianos y políticos

La escena es conocida. Se desarrolla en el Parlamento un encendido debate político, con intervenciones duras, agresivas, ataques y hasta descalificaciones que rozan lo personal. Al verlo, da la impresión de que lo ocurrido acaba de abrir un abismo infranqueable entre los oradores. Sin embargo, termina la sesión, y el crispado escenario se transforma radicalmente.

Concluido el debate, los protagonistas se saludan entre sí con toda tranquilidad, incluso con sonrisas y palmadas en la espalda, como si no hubiera ocurrido nada. Como si no hubiera existido esa tremenda batalla parlamentaria.

Confieso que, cada vez que presencio algo así, me quedo desconcertado, porque no lo acabo de entender.

Cierto es que las diferencias políticas, la discusión, no deben estar reñidas con la educación más elemental. Pero una cosa es no mantener la discusión una vez cerrado el turno de discursos, no convertir las diferencias en distancias personales, y otra la sonrisa y la palmada en la espalda.

Pero es que algo semejante sucede con frecuencia en las llamadas tertulias políticas, tanto en radio como en televisión. Ante el micrófono, lo mismo que frente a las cámaras, los participantes, en su mayoría conocidos periodistas, se aferran a la disensión, cruzan palabras agrias, intentan desautorizar a sus rivales, y hasta se entra en ámbitos profesionales y personales.

Sin embargo, acaba el programa y a continuación, cuando ya no se están en directo, se comportan con total naturalidad en el trato, charlando entre ellos como si tampoco hubiera ocurrido nada. Y también en estos casos acabo desconcertado. No me acabo de acostumbrar.

Ciertamente, una cosa es discrepar dentro de ciertos límites y no engancharse más allá de lo necesario, pero otra muy distinta actuar al final con absoluto olvido de lo discutido unos segundos antes, en el que ha existido mucho acaloramiento y hasta enfrentamientos personales.

Lo siento, pero no acabo de acostumbrarme a que, a las puñaladas, aunque sean sólo dialécticas, le sucedan a continuación las sonrisas. Al menos no tan inmediatamente.

editor@elconfidencialdigital.com

 

Twitter: @JoseApezarena

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