La tentación de Mariano Rajoy

A Mariano Rajoy le salió bastante bien su táctica informativa (por llamarlo de alguna manera) de los últimos tiempos, antes de las elecciones generales.

El líder del PP optó por el mutismo, la reserva, la falta de contacto con los periodistas, la ausencia de ruedas de prensa… El silencio, en definitiva.

Hay que reconocer que, tan extraño comportamiento, sin embargo le salió bien, porque ganó las elecciones.

La tentación que parece acecharle ahora es repetir ese procedimiento. Y da la sensación de que en ello está.

Sin embargo, lo que pudo valer en la oposición, más que probablemente no sirve ahora, en la presidencia del Gobierno.

Las circunstancias han cambiado notablemente, y su comportamiento debe responder al nuevo escenario.

Mariano Rajoy es un presidente del Gobierno que acaba de aprobar una subida de impuestos, en contra de las más clamorosas promesas electorales. Y tiene la obligación de explicarlo bien explicado.

Ofrece a los ciudadanos sangre, sudor y lágrimas, y ante ese desafío casi heroico él tendría que ponerse al frente de los ciudadanos.

Rajoy debe liderar el país y no lo está haciendo. ¿Por miedo? No puedo creerlo. ¿Por desidia? Tampoco. ¿Por táctica? Tal vez. Pero, entonces, esa táctica es un gran error.

 

Pocas veces había contemplado, en tan poco tiempo, tal suma de críticas a un presidente del Gobierno recién elegido. Y lo que es más extraño, desde sus propios ámbitos ideológicos.

Aún está a tiempo de remediarlo. Pero debe darse prisa.

Es un consejo de amigo. Aunque pueda parecer todo lo contrario.

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