José Apezarena

Las tentaciones de Mariano Rajoy

Los analistas suelen coincidir en que los presidentes de Gobierno españoles, cuando afrontan su segundo mandato, se dejan seducir por la tentación de lo internacional, orillando así los asuntos de casa, que por lo visto ya no les llenan o les parecen cuestiones menores. Es que se sienten estadistas de verdad.

Le está empezando a ocurrir también al actual ocupante de La Moncloa, a Mariano Rajoy. Si se fijan bien, no para de viajar, de asistir a cumbres, de mantener encuentros con mandatarios de Europa y del mundo, de recibir visitantes extranjeros... Una consecuencia es que son ya varios los consejos de ministros que ha tenido que encabezar la vicepresidenta por ausencia del titular.

Seguramente me dirán que ese tráfago se debe a obligaciones del cargo, a citas ineludibles, y posiblemente es verdad. Pero la realidad es que eso no le ocurrió en la anterior legislatura. En cambio, ahora casi puede decirse que pasa más tiempo fuera que en casa.

Es una tentación que acometió con especial intensidad a su antecesor, José María Aznar. Fueron los tiempos de la cercanía a George Bush (se hicieron amigos de verdad) y del llamado "trío de las Azores", con aquella fotografía que tan caro ha tenido que pagar el ex presidente español. Por unos meses, se sintió ese estadista que llevan dentro, pero oculto, todos los inquilinos de La Moncloa.

Aznar se atrevió a emparejarse con el todopoderoso presidente de los Estados Unidos, y parece que ese mismo impulso ha conquistado a Mariano Rajoy, que fue el dirigente europeo más rápido en felicitar al ganador Donald Trump, y que ahora, en esa conversación telefónica mantenida el martes,  ha propuesto al nuevo líder convertirse en su embajador, mediador, representante o delegado para Europa y la América hispana. No es pequeño asunto, si bien no se ha revelado cuál ha sido la respuesta exacta al otro lado del hilo.

Al presidente del Gobierno no le han preocupado mucho las críticas posteriores por esa conversación de quince minutos con la Casa Blanca. Al contrario.

Hay que pensar que Rajoy ha diseñado esa estrategia respecto a Trump pensando en los intereses de España. Y que a lo mejor está acertando, porque es algo que nos conviene como país. Pero no debería olvidar cómo acabó la alianza de civilizaciones que firmó en su día José María Aznar con George Bush. Aquella tentación a la que sucumbió su antecesor y que tan cara factura le ha pasado.

¡Ándese con cuidado con las compañías, presidente!

editor@elconfidencialdigital.com

 

En Twitter @JoseApezarena

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