El voto del cómico
Dos inquietudes principales ha vivido Europa respecto a las elecciones celebradas en Italia, finalmente confirmadas: una subida contundente de Silvio Berlusconi, y el voto al cómico Beppe Grillo.
Con una campaña informal y provocadora, Grillo ha conseguido capitalizar gran parte del voto desencantado del país, el de los ciudadanos hartos de los políticos, de la crisis, de los riesgos de un rescate por Bruselas, de los recortes, de la falta de expectativas económicas… hartos de casi todo.
El voto al cómico es igualmente una preocupación en los dos grandes partidos españoles, que temen un marea de ciudadanos enfadados que deriven sus papeletas a formaciones menores, e incluso próximas al ámbito de los anti sistema.
Y esos sectores descontentos van a tener una oportunidad especialmente propicia: las elecciones europeas, que tienen que celebrarse al año que viene.
Dado que en España esos comicios resultan escasamente valorados, por creer, de forma errónea por cierto, que lo que se decide es algo lejano y con escasas repercusiones en el propio país, está claro que habrá muchos que se plantearán esa cita con las urnas como la oportunidad de ‘castigar’ a los dos grandes partidos, por el sistema de hurtarles su voto.
Las europeas de 2014 constituyen un evidente riesgo para PP y PSOE, y la gran oportunidad para formaciones singulares, incluso estrambóticas como ocurre con Beppe Grillo. Mucho más, cuando se trata de unas elecciones de circunscripción única, es decir, que cualquier voto en cualquier lugar de España suma.
Hay que recordar que en pasadas elecciones europeas los pro etarras consiguieron escaño en Estrasburgo, a base de sumar votos sueltos por toda la geografía española, y que algo parecido logró por ejemplo Ruiz Mateos.
La preocupación en los dos grandes partidos por el voto al cómico es evidente.
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