Javier Fumero

Adiós, Artur

La CUP ya ha tomado una decisión. Tras varios meses de intenso debate interno, tiras y aflojas, amenazas y guiños asamblearios, este domingo la plataforma independentista decidió votar NO a favor de la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat.

Ahora, una cosa es segura: Artur dice adiós a la política. Para siempre.

El próximo 10 de enero, nada más confirmarse el voto contrario de la CUP, el Parlamento catalán será disuelto. Habrá nuevas elecciones en marzo. Sólo hay un modo de evitarlas: que Junts pel Sí proponga un candidato alternativo, algo que tanto lleva pidiendo la CUP como negativas ha emitido la coalición integrada por Convergencia y Esquerra.

Sea de ello lo que fuere, Artur Mas está sentenciado. La de ayer ha sido una derrota personal, de amplio espectro. Porque estamos  ante el responsable principal, primer bailarín  y solista, de esta opereta en la que se convirtió el romántico propósito de tapar la quiebra financiera de una comunidad autónoma abriendo un frente victimista y patriótico.

Es una estrategia antigua, construida sobre unos cimientos reales: un puñado de agravios, sazonados de una manifiesta falta de diplomacia de Madrid. Pero nada que no se hubiera podido solucionar con sensatez y política de alto nivel.

Sin embargo, Artur decidió tirar por la tremenda, envolverse de la señera como nunca antes había hecho el pujolismo y embarcarse en una aventura a cara o cruz. El resultado está a la vista de todos. Y el mal ya está hecho.

España entera, pero primero los propios catalanes, han pagado muy cara su deriva. Por eso sus coetáneos serán los primeros en exigirle cuentas, de eso no tengo la menor duda. Pero ningún español de bien olvidará nunca las peripecias de aquel señor que heredó de Jordi Pujol un partido llamado Convergencia y logró conducirlo en unos pocos años a la irrelevancia política más absoluta.

Más en twitter: @javierfumero

 
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