Javier Fumero

Carmena tiene más peligro que un nublado

No es fácil pillarle el punto a Manuela Carmena. Mira que lo intento. Creo que no es mala persona, lo he dicho alguna vez. Está llena de buenas intenciones, sin duda. Algunas de sus propuestas, de sus ideas, son loables. El problema es que para gobernar una ciudad, un país, una institución hace falta, además de lo anterior, mucho criterio, sensatez y prudencia.

Ya habrán imaginado de qué voy a hablar. ¿Cómo una alcaldesa es capaz de manifestar públicamente que está encantada con que unos inmigrantes ilegales salten la valla de Melilla?

Insisto: creo entender lo que hay detrás de las palabras de Manuela Carmena. Quizás sean cuestiones como las siguientes:

-- Que los inmigrantes y refugiados son sobre todo víctimas.
-- Que cualquier indigente tiene derecho a una vida mejor.
-- Que Occidente es muy culpable de la situación de estas personas.
-- Que no podemos vivir de espaldas a esos náufragos y desplazados.
-- Que realmente nos falta voluntad para desplegar acciones de ayuda real y solemos cubrir tanta fealdad con soluciones cosméticas.

Todo esto yo lo comparto. Al cien por cien. Pero dicho esto, un cargo público no puede aplaudir un acto ilegal como la violación de una frontera. Tampoco se puede calificar de “valientes” a los protagonistas de un suceso donde están implicadas algunas mafias de trata de personas.

Es como mínimo imprudente. Porque además provoca un efecto llamada que en nada va a beneficiar la resolución de los problemas descritos más arriba.

Un dirigente debe velar por la legalidad. No puede escudarse en que el fin justifica los medios: no puede justificar la transgresión aunque sea para obtener un bien mayor. Uno mismo puede acabar pagando las consecuencias.

Y si no, que se lo pregunten a Ada Colau.

Ya lo he dicho. La alcaldesa de Barcelona promovió durante años los escraches y el asalto a propiedades privadas para protestar contra los desahucios. Y unos meses después, se ha topado con un problema de grandes proporciones: anarquistas y antisistemas de diverso pelaje han ‘okupado’ la sede de un banco y ella ha tenido que ponerse firme. La han puesto, claro, a caer de un burro.

 

Si llamas a la insumisión pasan estas cosas: después te quedas sin argumentos, sin razones, para defender la legalidad.

Por eso digo que Carmena tiene más peligro que un nublado. Porque una de las bases sobre las que se sustenta una sociedad sana es la seguridad jurídica. Que un cargo público ponga en riesgo ese pilar es una insensatez.

Más en twitter: @javierfumero

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