Javier Fumero

Jaume Matas también me tenía engañado

El expresidente del Govern balear y ex ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, fue condenado el viernes a tres años y ocho meses de cárcel y siete años de inhabilitación en la sentencia del caso Nóos.

Matas es el único político que ha sido condenado por la Audiencia de Palma. Se considera probado que cometió un delito continuado de prevaricación en concurso medial con falsedad y malversación dentro de la trama de desvío de fondos públicos dirigida por Iñaki Urdangarin.

Admito que con Matas me ha pasado lo mismo que con otros políticos como Rodrigo Rato o Francisco Granados: me había hecho una buena imagen de ellos, llegué a pensar que eran personas honestas, brillantes, lúcidas, válidas… Pero los hechos han demostrado que no, que no estaban a la altura.

La sensación que a uno le queda es de haber sido engañado. Depositaste tu confianza en esas personas y viste con buenos ojos que se delegara en ellos para la gestión de la cosa pública. Pero has sido defraudado: se lo llevaban crudo. Mientras decían una cosa, hacían otra. Mientras alardeaban de integridad y amor por el bien común, desviaban fondos para ellos, gastaban a su antojo y se aprovechaban del cargo.

Es gravísimo. Porque la corrupción amenaza con devorar el propio sistema político que nos hemos dado: la democracia.

Hay quien sostiene que la democracia es una utopía y que, para mantenerse, ha de crear ficciones: la principal es la de “gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo”.

Recuerdo un libro reciente titulado ‘El hada democrático’, en el que el lingüista Raffaele Simone sostiene esta tesis señalando los graves fallos del sistema representativo. A saber: 1) la representación (el elegido, una vez lo es, ya no responde ante los electores); 2) la perpetuación en los cargos; 3) los aforamientos y privilegios; 4) la corrupción; y 5) el dominio de las altas esferas de la economía sobre gran parte de la gestión política...

Simone asegura que la democracia no es un hada que con su varita mágica lo arregla todo. No. Es más, su planteamiento es claramente pesimista.

Es el riesgo de la corrupción y esas pequeñas micro-corrupciones que la acompañan. Debemos estar atentos. Porque si todo esto logra calar en el sistema, puede llevarnos al abismo de las dictaduras.

 

Más en twitter: @javierfumero

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