Javier Fumero

Margallo saca el dóberman y sulfura a los estrategas de Moncloa

Al ministro de Exteriores García-Margallo le preguntaron este martes si el Ejecutivo se planteaba incluir la suspensión de la autonomía de Cataluña en el caso de que la Generalitat insistiera en convocar el referéndum. Su respuesta fue la siguiente: “incluido lo que haya que incluir para que esa consulta no se celebre”.

A los periodistas les faltó tiempo para montar el titular: Margallo no descarta suspender la autonomía de Cataluña para evitar el referéndum. Cuando los terminales mediáticos comenzaron a difundir la pieza, en Moncloa se propagó un incendio de grandes proporciones. El pirómano Margallo volvía a jugar con fuego.

¿Por qué tanto enfado? Muy simple. En estos momentos, la consigna del Ejecutivo es evitar cualquier exabrupto, por pequeño que sea, que pueda ser utilizado para alimentar el victimismo y la confrontación.

La estrategia que ha decidido desplegar el Gobierno en estas semanas decisivas es de “máxima prudencia”. Se trata de “ser muy cuidadosos con las reacciones, distinguiendo las declaraciones políticas con lo que se va a hacer en el ámbito jurídico”. Se trata de moderar el tono.

Aunque es cierto: la última baza del Gobierno ante una ‘rebelión final’ de Cataluña es quitar las competencias de seguridad y educación. Eso se decidió hace exactamente un año, en reuniones discretas. Se estudió el modo de llevarlo a cabo y se fijó el itinerario completo de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Pero también se dejó muy claro entonces que no era una baza para utilizar como arma arrojadiza, sino únicamente un ‘plan B’ por si Artur Mas decidía finalmente echarse al monte.

La hoja de ruta contempla transmitir públicamente un único y contundente mensaje por parte del Gobierno: “lo que plantea Cataluña es inconstitucional y no se puede realizar”. De ahí no había que moverse. El resto: mucho trabajo de zapa, acoso y derribo, pero en silencio y discretamente.

A ello se pusieron desde Moncloa. En varios frentes: a) convencer a destacados dirigentes de CiU del atropello y la locura que supone un referéndum independentista.... hasta dividir internamente al partido; b) despojar al nacionalismo de su máximo referente con la detonación controlada del caso Pujol y familia; c) promover una pinza parlamentaria que evite la desestabilización del gobierno catalán.

Todo... menos sacar al dóberman. “No hay que tensar las cosas. Se ha dejado clara la postura del Ejecutivo, y ahora es la Generalitat la que tiene que decidir”.

 

Para que nadie se desviara de la consigna, el Ejecutivo llegó a enviar emisarios a Barcelona para explicar la estrategia a los chicos del PP. Jorge Moragas y José Luis Ayllón participaron hace meses en esta operación.

Ahora, Margallo ha puesto en riesgo todo el plan. Otra vez. Esto explica el enfado en Moncloa.

Más en twitter: @javierfumero


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