Javier Fumero

Ojo con la hora a la que estornudó el copiloto

Esto se nos está yendo un poco de las manos. La tragedia del Germanwings que se estrelló la semana pasada en los Alpes franceses con 150 personas a bordo ha generado una demanda informativa brutal. La gente quiere saber, necesita respuestas. Es cierto. Pero todo tiene un límite.

¿Quién es Andreas Lubitz? Esta pregunta ha provocado una carrera desenfrenada por aportar datos, pistas, claves, testimonios… que nos han llevado a una espiral que parece fuera de control:

-- Estaba en tratamiento psiquiátrico y con una baja médica a la que no hizo caso.

-- Tenía desprendimiento de retina.

-- Iba a ser padre.

-- Han circulado imágenes de cuando sólo era un bebé.

-- Un vídeo de su etapa en la academia de pilotos muestra cómo le gustaba inclinar el avión y situarlo con el morro en picado.

-- Se ha dicho que su novia le escuchó decir que “todos iban a recordar su nombre”.

-- Un montañero amigo suyo dice que era un tipo muy gracioso.

 

-- Alguien ha afirmado que en su casa había pastillas para trastornos bipolares.

-- Sufría ansiedad.

-- Otro ha dicho que tenía el perfil de un psicópata.

-- Han circulado rumores de que era gay.

-- Fue tratado con psicoterapia por sufrir tendencias suicidas.

Y así sucesivamente. ¿Quién nos va a decir la hora a la que estornudó por última vez? Permanezcan atentos a sus pantallas.

Por otro lado están los tertulianos. Estos días hemos comprobado cómo saben de política, seguridad, terrorismo, economía, violencia de género… y ahora también de aviones, de pilotos y de trastornos de la personalidad.

Hemos podido comprobar cómo, con cinco datos de una biografía, alguien es capaz de trazar el retrato de un ser monstruoso, inquietante y depredador.

Creo que esto no es bueno. Se están sacando las cosas de quicio.

Más en twitter: @javierfumero

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