Al PP no lo va a reconocer ni la madre que lo parió
Se prepara una carnicería sin precedentes en el Partido Popular. Por eso, hoy me tomo la licencia de remedar la expresión que utilizó Alfonso Guerra en 1982, cuando el PSOE ganó las elecciones por abrumadora mayoría:
-- “Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió”.
Perdónenme la contundencia pero algo parecido va a pasar en el Partido Popular.
Mariano Rajoy ha decidido soltar lastre. Sin rubor. Sin medias tintas. El que esté pringado no sale en la foto. Estamos en periodo electoral, el mensaje de Podemos sobre la sopa boba de los partidos de la casta ha calado en la opinión pública y hay que marcar distancias. Sin piedad. El riesgo es perderlo todo en las urnas.
Por lo tanto, la consigna del Gobierno y Génova será contundente: tolerancia cero a la corrupción. En España se lucha firmemente y sin tregua contra los abusos de la clase política y empresarial. Aquí no hay concesiones. Tampoco en el Partido Popular.
Eso va a significar –advierten desde el entorno de Cospedal- dejar caer a todo aquel que tenga alguna mancha. Sea por la Gürtel, por el caso Bárcenas o por las tarjetas opacas de Caja Madrid.
La purga será generalizada. No se hará distinción de pedigrí, de familia, de padrinos, de historial. Y aquí está el problema. Esta es la mecha que amenaza con provocar la gran deflagración: se va a dejar muy claro que la culpa de la corrupción en el PP proviene de la etapa de José María Aznar.
¿Entienden lo que les digo? Se va a liar parda. No tiene vuelta de hoja. ¿O alguien piensa que el ex presidente del Gobierno va a asistir imperturbable a la puesta en marcha del ventilador? ¿Se quedarán callados los que tanto deben al político vallisoletano?
Comprobada la deriva que llevan las cosas, no hay que descartar por ejemplo una escisión en el Partido Popular: la salida de un grupo de desafectos, cansados del rumbo que Rajoy, Soraya, Cospedal y algunos barones (Feijóo, a la cabeza) han decidido tomar.
Se van a despellejar.
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