Javier Fumero

Pablo Iglesias debe centrarse y dejar en paz a los periodistas

Cuando digo centrarse no hablo políticamente. Para eso tiene a Iñigo Errejón. Afónico está el muchacho de pedirle mesura a su líder sin perder autenticidad. Si Podemos quiere gobernar debe dejar la pancarta en la calle. Esta es la tesis del número dos del partido. Pero Pablo no lo comparte. Allá ellos con sus cuitas.

Digo que Pablo Iglesias debe centrarse porque parece como esos tenistas que se desconcentran cuando el público achucha. No es una buena actitud. Debe estar preparado para las críticas (razonables o no) y seguir a lo suyo: hacer política. Pero Pablo tampoco parece muy dispuesto a dejarse analizar por los periodistas. Esto viene de lejos.

El pasado mes de abril decidió mandar un mensaje alto y claro a la prensa. Arremetió contra un periodista de El Mundo al que eligió como víctima propiciatoria, acusándole de parcialidad y falta de honradez. El macho alfa marcó territorio, lanzando una advertencia y dejando claro ante la concurrencia que se ha quedado con nuestra matrícula.

Iglesias aseguró entonces que los informadores que cubren a Podemos reciben órdenes de tergiversar la realidad. Que la prensa tradicional, en su inmensa mayoría, es deshonesta en el tratamiento de las noticias sobre Podemos. De forma deliberada y consciente. Tela.

Este miércoles, Pablo volvió a sacar la patita. Esta vez en Twitter. Durante su intervención en la sesión de control al Gobierno, el periodista de El Español Daniel Basteiro publicó este tuit:

-- “@Pablo_Iglesias_ responde a @marianorajoy con una mano en el bolsillo y aprovecha su turno para atacar a @Albert_Rivera, como de costumbre”.

Sorprendentemente, el líder de Podemos vio oportuno contestar y surgió el siguiente intercambio de mensajes cortos:

-- “Como de costumbre @basteiro se queda con lo importante; las manos (emoticono con guiño)”.

--“.@Pablo_Iglesias_ No soy de fruncir el ceño ;) Y ahora voy a seguir el control del Parlamento al Gobierno. Para eso vienes tú también… ¿o no?”.

 

-- “No te enfades @basteiro Me entusiasma que te preocupen más mis manos a que el Gobierno desoiga al Parlamento. Felicidades por tu trabajo (otro emoticono con guiño)”. “@basteiro fíjate bien en la marca de los relojes de los ministros y sonríe (emoticono de besito de amor)”.

-- “@Pablo_Iglesias_ La sonrisa de un país… Gracias por la sugerencia. Como digo, me fijaré en lo que considere oportuno. Incluso si te incomoda”. “@Pablo_Iglesias_, no es que hoy hayas dado para mucho más... ;) Como periodista, me quedo libremente con lo que considero. Aunque te moleste”.

Alguien ha dicho que los periodistas no solemos tolerar la crítica. Para lo mucho que pontificamos, nos cuesta encajar que nos afeen la conducta. Puede ser, pero creo que esto que comento hoy no tiene nada que ver con eso. Uno tiene muy claro lo distante que está de la excelencia y lo útil que resulta que alguien te lo recuerde de vez en cuando. Lo que digo es que Pablo Iglesias no es ahora la persona adecuada para actuar así. Fundamentalmente por dos motivos:

1. Porque lo suyo, en estos momentos, es centrarse en la actividad parlamentaria. Volcar en el Congreso toda su inteligencia y talento. Buscar el modo de mejorar este país a través de su trabajo parlamentario. Para eso ha sido elegido. Debe mejorar el revés, el drive, el saque, encontrar los puntos débiles del rival… y dejar al público (y a los periodistas) en paz. Esta actitud le descentra. Se lo diría cualquier entrenador sensato, cualquier jefe de comunicación responsable.

2. Porque corre el riesgo de que los ciudadanos piensen –y eso sería muy grave- que Pablo Iglesias intenta amedrentar a la prensa. Que no tolera los juicios críticos. Que no quiere discrepantes que vuelen por libre porque anhela –ese sería su ideal- una sociedad silente, de palmeros y pelotas.

Más en twitter: @javierfumero

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