Javier Fumero

Papá, la Reina ha dicho mierda

“La mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino también parecerlo”. Siempre he pensado que esta sentencia es de lo más atinada y sigo convencido de que es así.

Es una abominación ser mala persona, haberse convertido en un corrupto o ejercer de sinvergüenza. Pero no ser ninguna de estas cosas y pasar ante la opinión pública como tal es, como mínimo, una torpeza.

Este enfoque de los mensajes de Felipe y Letizia hechos públicos la semana pasada por eldiario.es (excelente exclusiva, por cierto) cambia el tercio del análisis principal que se ha abordado en los días posteriores.

Hablo, efectivamente, de ese mensaje telefónico enviado por doña Letizia a su amigo Javier López Madrid, compañero de pupitre del Rey Felipe VI, con el siguiente contenido:

-- “Te escribí cuando salió el artículo de lo de las tarjetas en la mierda de LOC y ya sabes lo que pienso Javier. Sabemos quién eres, sabemos quiénes somos. Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde. Un beso compi yogui (miss you)”.

Dejo a un lado si es conveniente o no para una sociedad que este tipo de correos privados (pertenezcan a quien pertenezcan) se filtren y vean la luz. Si nos mejora o no. Yo tengo mis dudas, por más que nos permitan conocer los íntimos pensamientos de alguno.

Pero me quiero centrar en otra cuestión.

Quienes han tratado personalmente a la Reina Letizia coinciden en la enorme personalidad y carácter de Letizia. Tiene criterio propio, algo que salta a la vista especialmente en las distancias cortas, afirman. Además, no es nada tímida, ni retraída. Lo que tiene que decir lo dice. No se corta un pelo.

Coincidirán conmigo en que cada uno de estos trazos aparece, de una manera o de otra, en el mensaje citado más arriba.

 

Insisto. A mí no me llama la atención que se apoye a un amigo. Eso lo puede comprender cualquiera. Incluso en el caso de que el amigo no sea muy de fiar. Porque la amistad es eso: querer a una persona ‘por ser quién es’ y no por sus habilidades, ni por sus ingresos económicos ni por los premios Nobel que haya recibido.

Sin embargo, el lenguaje de la Reina sí que me ha resultado chocante. Si doña Letizia sabe quién es, como dice, debe comprender que eso no son formas. Ni siquiera para usar en la intimidad. De hecho, la integridad tiene mucho que ver con la honestidad que se ejerce dentro y fuera de casa; repudia cualquier atisbo de doble juego.

También me causa sorpresa que emita un juicio tan duro sobre una información publicada por Consuelo Font en el suplemento semanal ‘La Otra Crónica’ (LOC) de El Mundo, que nada tenía de sensacionalista o morbosa: era un simple relato de los hechos (las tarjetas black de Caja Madrid) poniéndolos en contexto (Javier López Madrid era amigo del Rey Felipe VI).

Ella es periodista y tiene criterio. Me consta que está informada, lee mucho y sigue con atención lo que aparece en los medios de comunicación. Tiene el discernimiento suficiente para distinguir qué es una publicación basura y qué no.

Por concluir: ni “mierda” me parece un juicio certero sobre LOC, ni “mierda” me parece una palabra apropiada en boca de una Reina. Ni en boca –por cierto- de un directivo, ni de una jueza, ni de un policía, ni de una honrada madre de familia, ni de un jefe de planta de un hospital, ni de una azafata de avión, ni de un diputado de las Cortes, ni de…

Más en twitter: @javierfumero

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