Javier Fumero

Yo beberé cava catalán

Recuerdo el berrinche de aquel amigo cuando, un buen día, va y me suelta:

-- “Que lo sepas. No pienso probar nunca más el dulce de leche; ni el mate, ni la soja, ni pisar nunca más ‘La Vaca Argentina’, ni tomar cerveza Quilmes, ni volar con Aerolíneas Argentinas...”.

Cristina Kirchner acababa de anunciar la expropiación de Vaca Muerta y el 51% de la petrolera argentina YPF que tenía Repsol.

Desde el recrudecimiento de la furia independentista, hay quien distribuye listas de productos catalanes y empresas con sede en Cataluña. Promueven una campaña para penalizar el consumo de esas marcas en respuesta a la afrenta soberanista.

A mí, esto de los boicots me ha parecido siempre un gesto bastante infantil. Como la perrera que se pilla un niño malcriado cuando uno de sus deseos no ha sido colmado. El berrinche le parece poco y reacciona incluso haciéndose daño: “pues ahora no respiro”.

No sé. Creo que de pataletas, llantinas y escenitas andamos sobrados. Falta sensatez y medida.

Porque el boicot no perjudica en nada a Junqueras, Artur Mas y los muchachos de la Asamblea Nacional Catalana.

A quién hace polvo fundamentalmente es a los modestos trabajadores de Freixenet, Codorniú, Cola-Cao, Nescafé, Casa Tarradellas, Vichy, Fontvella, Donuts, Kinder, Gallina Blanca, Ligeresa, Frigo, La Piara, Buitoni, Matutano o La Sirena.

¿Qué culpa tienen ellos del 9-N? Ninguna.

 

Más en twitter: @javierfumero

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