Se busca un bozal para la prensa

Ignacio González se ha retratado. El presidente de la Comunidad de Madrid se ha declarado partidario de establecer “límites” a las publicaciones de los medios de comunicación porque –advierte- hay que “cuidar” el “daño” que se hace a personas e instituciones.

¿Se refería a la difusión de fotos falsas? ¿A montajes injuriosos? ¿A escenas íntimas? No. Y ahí viene lo relevante. Se refería a las fotos de Alberto Núñez Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado publicadas el pasado domingo por el diario El País.

A juicio del representante de todos los madrileños eso no es de recibo. “Estamos en una situación en la que vale todo a efectos de publicación en los medios de comunicación”, se ha quejado.

¿Vale todo? Creo que me he perdido algo.

Para Ignacio González, el hecho de que Feijóo hace 20 años tuviera una relación con una persona que luego resultó estar implicada “en operaciones de narcotráfico no aporta nada desde el punto de vista de la legalidad y su actividad política”. ¿Nada? ¿En serio? ¿Y entonces cuál es el problema? ¿Por qué se preocupa?

Porque, dice, que “le está produciendo un daño social en medio de la opinión pública” que, en su opinión, “no tiene que ver con sus responsabilidades políticas”. “No es aceptable ni admisible, tiene que haber un límite”, ha insistido.

No estoy de acuerdo.

La verdad nunca produce un daño social. Nunca. Salvo que los hechos en cuestión no sean tan inocentes como se quiere hacer creer. Los ciudadanos no son tontos. Escuchan las explicaciones y sacan sus propias conclusiones. Ya son mayorcitos y saben descubrir cuándo se les está intentando manipular o no.

Mariano Fernández Bermejo tuvo que dimitir como ministro de Justicia por unas fotos cazando junto al juez Baltasar Garzón, en plena ‘Operación Gürtel’. Aquella montería, aquel cabildeo, no tenía un pase. Por eso se produjo un cese que nadie pudo discutir y que fue higiénico para el país.

 

Si se publican unas fotos verdaderas, de interés público general, no veo qué perjuicio causan a su protagonista. La prensa ya tiene unos claros límites marcados: el rigor, la veracidad, la honestidad. Si no se cumplen estos principios, uno puede acudir a los tribunales y exigir ser resarcido del daño causado.

Solicitar otros controles resulta... sospechoso. Es como decir: pongamos límites a la justicia, que hay jueces que pueden imputar sin carga de prueba suficiente. Uy, uy, uy, diría cualquier ciudadano sensato. Aquí hay alguien queriendo amordazar a las instituciones. ¿Quizás para quedar impune? ¿Quizás para que no se hable de sus manejos?

Miedo me da.

Más en twitter: @javierfumero

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