No me cabreéis a los militares

Ya lo he dicho en alguna ocasión. Tengo grandes amigos que eligieron el oficio de militar y lo son desde hace muchos años. Hemos hablado bastante y fruto de esas conversaciones, tengo una excelente impresión de este colectivo.

Siempre me ha impactado esa mezcla de profesionalidad y de entrega a un país que demuestran, un perfil que no he visto replicado en ningún otro grupo.

Ser militar es una vocación. Porque exige mucho. De ahí que los militares, al menos los que yo conozco, sean gente excepcional. Abnegados trabajadores, discretos y leales. Acostumbrados a servir sin exigir explicaciones. Amantes del orden y dispuestos al sacrificio cuando la ocasión lo requiere.

Y todo esto, a pesar del trato que reciben por parte de los políticos, muchas veces humillante. No hay que irse muy lejos. El Gobierno Zapatero los convirtió en una ONG para repartir sacos de harina, apagar incendios, intervenir en las inundaciones y reconstruir puentes.

Mientras tanto, nuestros presuntos cooperantes del ejército sufrían emboscadas, saltaban por los aires ante minas enemigas, se veían impedidos para ayudar a los militares de otros países (que muchas veces les salvaban la vida) y soportaban estoicamente el bochorno de ser calificados como un ejército de la señorita pepis, también por la escasez de medios.

Pero no es que lo diga yo.

Por lo pronto, nuestros militares gozan de una excelente reputación fuera de nuestras fronteras. Tienen fama de extraordinarios profesionales, eficaces, creativos, solícitos y capaces de una integración magnífica con la población civil del país en el que desarrollan su misión.

Pero, además, los españoles valoran mucho esta institución. Se comprueba en las jornadas de homenaje a las Fuerzas Armadas que se celebran por toda España. Decenas de miles de españoles llenan las plazas y las calles, dando ejemplo de españolismo, de civismo y de aprecio por los ejércitos.

Pues bien. Estos días el estamento militar es noticia porque una asociación de castrenses retirados ha mostrado su nerviosismo por las declaraciones de independencia que llegan desde Cataluña. Esa desazón ha dado pie a un texto alarmista, excesivo y poco medido.

 

Sin embargo, me parece completamente injusto que algunos aprovechen el calentón de estos señores para arremeter contra la institución, contra los militares y contra las Fuerzas Armadas. No es de recibo.

Más en twitter: @javierfumero

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