Javier Fumero

La corrupción de lo mejor: un sindicalista

Creo no haber leído nunca un artículo de opinión que refleje mejor el desencanto de una persona hacia otra a la que admira a más no poder cuando descubre que todo era una mentira.

Hablo del periodista Pedro García Cuartango, adjunto al director de El Mundo, y su durísimo escrito publicado el pasado jueves sobre el sindicalista minero de Asturias que ocultó 1,4 millones de euros a Hacienda.

Se titula “Otro mito que se derrumba”. La pieza es desgarradora. Cuartango conoció a José Ángel Fernández Villas a mediados de los años 80 y llegó a idolatrarlo. Lo confiesa abiertamente: el mítico líder del sindicato minero SOMA-UGT era –afirma- “el paradigma de la lucha obrera y la honradez sindical”.

Y lexplica:

-- “Le conocí en su austero despacho del Soma en Langreo y simpaticé con él. Era un tipo duro, inteligente, con un discurso claro y coherente que defendía la tradición obrerista dentro del PSOE, en el que era una referencia moral. Se decía entonces que era la persona que más mandaba en Asturias y también en el partido liderado por Felipe González, en el que se le encuadraba en el ala guerrista.

Cuartango asiste perplejo a la caída de un mito. Porque ahora salen de la tumba, como siniestros espectros, una ristra de presuntas irregularidades desconocidas para el gran público: se le acusa de usar cobradores que pasaban por las empresas recogiendo “las mordidas”. Vendía cupos de carbón a las mineras. Utilizaba su destacada posición sindical para “ayudar” a las empresas: más cupos, más beneficios; más paz social y menos huelgas, más beneficios. La contraprestación: dinero para el sindicato... y para su bolsillo particular.

Pero hay más. El sindicalista cobra una pensión de invalidez por una accidente en la mina que nunca habría existido (2.597 euros más dos pagas extras). Usaba un Audi para desplazarse a los pozos y barricadas. Amenazaba a ‘liberados’ del sindicato para que se estuvieran callados. Delató a ‘compañeros’ ante la policía franquista...

Lo he dicho en alguna ocasión. No hay nada peor que la corrupción de los mejores. En latín, lo decían con mucho más estilo y sólo tres palabras: “corruptio optimi pessima” (la corrupción de los mejores es la peor de todas). Y la más insoportable, añado yo.

Más en twitter: @javierfumero

 
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