Javier Fumero

El debate a cuatro ahora favorece a Rajoy

Hay que admitir que Rajoy se mueve con agilidad sobre el cuadrilátero. Tiene un buen movimiento de piernas, que le permite esquivar algunos golpes que amenazan con hacerle daño. Su estrategia con el debate electoral, por ejemplo, ha sido brillante.

Rajoy se jugaba bastante en la solución de este dilema. Es cierto que la sociedad española está saturada de política pero ya no acepta que una cita con las urnas se salde sin un solo debate televisado entre los principales candidatos.

Eso no tiene un pase y podría costarle muy caro al que amague con saltárselo. De hecho, el saber comportarse en público durante un intercambio de propuestas y críticas parece ya un requisito imprescindible entre los líderes que aspiren a dirigir un país.

Con todo, el líder del PP es el único que se mueve con dificultad en este terreno. No le van los focos. Lo pasa mal. Parece peleado con las cámaras. Por eso, y por el duro encontronazo que mantuvo con Pedro Sánchez en la agarrada previa a las anteriores elecciones –aquel “indecente” dolió mucho-, había gran expectación por ver cómo saldría de este atolladero.

La jugada, a mi juicio, es muy buena.

Rajoy ha decidido ningunear a Pedro Sánchez, dejarlo sin el máximo protagonismo que le otorgaría volver a ser el único aspirante a La Moncloa en departir con él, y ha accedido a un debate a cuatro.

Este formato que antes parecía un error –porque suponía dar mucha visibilidad a esos partidos más pequeños que aún no habían llegado al parlamento- hoy es una gran oportunidad. Presentarse ante tres oponentes ofrece algunas ventajas indudables:

--  Si ese día todos deciden ir a por Rajoy, lo convertirán en un mártir; eso movilizará el voto ‘popular’ y no habrá ajuste de cuentas entre PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos. Oportunidad perdida para los aspirantes de cobrarse alguna pieza. No parece factible.

-- De hecho el PSOE deberá estar muy atento, porque Podemos y Ciudadanos irán a por Pedro Sánchez, el otro representante del bipartidismo que llevan meses denunciando. Esto desviará el foco de Rajoy y ampliará el fuego cruzado.

 

-- Rajoy tendrá muy fácil, por otro lado, dividirlos. Si se lanzan a por él, bastará alguna alusión a la “cal viva”, por ejemplo, para provocar un rifirrafe entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Mencionar a Venezuela servirá para que Albert Rivera le pasa factura a Pablo Iglesias. Y así sucesivamente.

-- A Rajoy le favorece, en fin, hasta el marco. Le sentará bien aparecer ante un sector de la población española como el candidato menos guay pero más fiable, gris pero sensato, sin mucho glamour pero el más responsable. En un debate a cuatro esta dicotomía se puede potenciar mucho más que en un cara a cara de desgaste, guantazo, ataque y reproches.

Más en twitter: @javierfumero

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