La han empujado
Hasta por tres veces ha dimitido Esperanza Aguirre antes de abandonar la política. De ahí que se haya trazado un paralelismo con aquella “indemnización en diferido” que acuñó María Dolores de Cospedal a propósito de Luis Bárcenas y se hable ahora del concepto de dimisión en diferido.
Esperanza anunció su primera renuncia el 17 de septiembre de 2012. Renunció a la presidencia de la Comunidad de Madrid por sorpresa, anunciando que dejaba “la primera línea de la política” por motivos personales. Dejó claro que ella no era imprescindible ni una profesional de la política. Dejó su puesto y se marchó.
Hace un año, en febrero de 2016, anunció su segunda dimisión, en este caso como presidenta del PP de Madrid. Tres días antes la Guardia Civil había registrado la sede madrileña del partido y se habían lanzado graves acusaciones por financiación ilegal de la formación.
Este lunes se ha producido la tercera dimisión. Abandona su acta de concejal y la portavocía del PP en el Ayuntamiento de Madrid, abrasada por el encarcelamiento de su mano derecha y hombre de confianza, el ex presidente Ignacio González.
Se marcha tras constatar su soledad y abandono. Hace una semana, Esperanza Aguirre explicaba a los suyos que no lo iba a dejar, que resistiría. Dimitir ahora –explicaba- suponía admitir algún tipo de implicación en los casos de corrupción que se investigan. Como era inocente tenía la intención de resistir y marcharse más adelante.
No ha sido así porque la presión ha sido mayor. El PP ha hecho estos días un trabajo soterrado, discreto e implacable para cortar amarras. Se trataba de crear un cortafuegos e impedir que el incendio mediático se trasladara a la sede nacional.
La ‘Operación Lezo’ se cobra así una víctima política, que asume personalmente el desaguisado. Los dirigentes de Génova y Moncloa quedan exculpados políticamente.
Más en twitter: @javierfumero
