Javier Fumero

Se nos fue la olla. Y tanto

De aquellos polvos, estos lodos. El dicho viene que ni pintado al escuchar lo que acaba de admitir el ex ministro socialista Miguel Sebastián en un capítulo de ‘La Falsa Bonanza’, el nuevo libro que acaba de presentar en Madrid.

En el volumen, el titular de Industria hace un repaso de los momentos clave de la crisis económica española y entona el mea culpa en varios aspectos. “Se nos fue la olla” con las renovables, afirma Sebastián en uno de los capítulos.

“Embriagados por la actividad económica y el empleo, no quisimos ni oír hablar de dificultades estructurales, de desequilibrios o de crecimientos sostenibles”, asegura en su obra.

Toma ya.

Creo que es valiente y honesto por parte de Sebastián decir algo así. Porque por nuestras manos han pasado estos años las memorias de José Luis Rodríguez Zapatero o Pedro Solbes, por ejemplo, y jamás habíamos visto algo así.

Don Miguel aborda además un tabú. En esta sociedad que se dice desacralizada, donde Dios y los símbolos religiosos han sido desterrados de nuestra vida pública, emergen otros ilícitos morales fabricados habitualmente por la izquierda política española.

Uno de ellos es el siguiente: ‘Nunca te atreverás a poner en duda públicamente la bondad de las energías renovables’. Y su colateral: ‘Condenarás siempre la energía nuclear y reprimirás cualquier pensamiento o deseo de explicar que quizás sea la salida más razonable para esta sociedad’.

Por esta vía llevamos años hurtando a la ciudadanía un debate no ideológico sobre la cuestión energética.

Muy pocos recuerdan que la energía nuclear aporta en España un 20% de la generación de electricidad y no produce emisiones de CO2. Efectivamente, los ecologistas que se desesperan con el calentamiento global miran para otro lado cuando se les recuerda este pequeño detalle.

 

Tampoco se insiste en el dato que acaba de mencionar Miguel Sebastián: las energías renovables son, hoy por hoy, las más caras.

Teniendo en cuenta que nuestra factura de electricidad todavía acusa un déficit de tarifa tremendo, antes de cerrar centrales o lanzarse a llenar España de molinos de viento debimos habernos planteado cuál es el coste de prescindir de la energía nuclear y si estamos dispuestos a pagarlo.

Porque las ocurrencias se pagan. Amén.

Más en twitter: @javierfumero

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