Javier Fumero

Qué pasó con la gripe A

Lo he dicho en alguna ocasión: soy muy poco amigo de recurrir a conjuras judeo-masónicas para explicar hechos y circunstancias insólitos. Admito que esto tiene sus riesgos: quizás algún día me caeré del guindo y descubriré que los ‘malos malísimos’ siempre han estado ahí, confabulando, y me la han jugado bien por no haberles descubierto a tiempo. Vale.

Sin embargo, eso no quita para que ponga de manifiesto situaciones que no cuadran. Hoy, por ejemplo, quiero hablar de la gripe A. ¿Se acuerdan? Aquella terrible pandemia que nos tuvo en vilo durante meses, que amenazaba el mundo entero... y que, finalmente, quedó en nada.

Me he acordado porque el portavoz de Sanidad del PSOE en el Congreso de los Diputados, José Martínez Olmos, acaba de presentar un libro titulado “Qué pasó con la gripe A”, en el que justifica su actuación como secretario general del Ministerio de Sanidad durante esa crisis sanitaria, en 2009, con Trinidad Jiménez de ministra y Zapatero en el Gobierno.

Martínez Olmos empezó diciendo que “volvería a hacer lo mismo”. Pero inmediatamente admitió varias cosas: que “se compraron más vacunas de las necesarias”, que durante la gestión de la crisis tuvo que “resistir presiones” y que algunas cosas no le cuadran.

Efectivamente, hay cosas muy raras. Por ejemplo, la sensata y razonable Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que habría 150 millones de muertos. Una barbaridad. Al final, por esta enfermedad, fallecieron 15.000 personas en total; 373 en España. Hay que advertir que habitualmente mueren 250.000 personas de gripe común en el mundo; 8.000 en nuestro país.

La alarma generada fue tal, que España compró vacunas para suministrar al 20% de la población. España se gastó en esta broma 300 millones de euros. Ese material no se utilizó. Sólo una ínfima parte de esas dosis se administraron. El resto, a los almacenes.

En otros países fue aún peor. Hubo gobiernos que compraron antivirales para el 100% de la población. Se realizaron inversiones por valor de miles de millones de euros. Martínez Olmos aludió en la presentación de su libro a la falta de independencia de algunos miembros de la OMS y de la Agencia Europea del Medicamento, que pudieron “contaminar” a las autoridades sanitarias y a la opinión pública en general durante aquellas horas de gran alarma social.

Hay un lema muy utilizado en las investigaciones periodísticas para desenmascarar a los responsables de algún desaguisado, tomado de aquella frase que Garganta Profunda (el soplón del caso Watergate) le soltó a uno de los periodistas del Washington Post: “Sigue el dinero”.

En el caso que nos ocupa, un hecho salta a la vista: las grandes beneficiadas de lo que pasó fueron las farmacéuticas. Algunos datos:

 

-- Sanofi-Aventis, GlaxoSmithKline, Solvay y Baxter obtuvieron material biológico de la nueva cepa de este virus, lo que les permitió comenzar con antelación el proceso de producción de las vacunas.

-- Glaxo llegó a producir 170 millones de inyecciones de su famoso ‘Relenza’ (uno de los fármacos directamente recomendados). La suiza Novartis, otro tanto. Según el banco de inversión JP Morgan, el valor de la primera compañía se elevó medio punto porcentual en unos meses y el de la suiza Novartis subió otro 0,4% también gracias a la gripe. Sus ingresos pudieron alcanzar los 800 millones de euros.

-- Tamiflu es la marca bajo la que la farmacéutica suiza Roche comercializó un fármaco antiviral selectivo contra el virus de la gripe A. La compañía estaba capacitada para fabricar 4.000 millones de cápsulas de Tamiflu al año, para tratar a 400 millones de personas. En junio de 2009, en plena crisis de esta pandemia, las acciones de esta compañía subieron en un solo día un 4,6%.

-- AstraZeneca, otra farmacéutica de renombre, llegó un poco más tarde a la fiesta. Pero como las anteriores empresas no daban abasto, fue invitada a producir 200 millones de dosis para servirlas antes de marzo de 2010. Gracias al nuevo trabajo, esta empresa esperaba ganar en los dos años siguientes unos 2.300 millones de dólares.

Un año después de la alarma sanitaria, un estudio del British Medical Journal (BMJ) desveló que un informe clave de la Organización Mundial de la Salud sobre la gripe A había ocultado vínculos financieros entre sus expertos y las farmacéuticas Roche y Glaxo, que –como digo- fabricaron los principales fármacos antivirales contra este virus: Tamiflu y Relenza. Este fue el informe que instó a los Gobiernos –también al español- a hacer acopio de reservas ingentes (y desproporcionadas) de esos medicamentos por valor de unos 6.000 millones de dólares (4.900 millones de euros).

Ante situaciones como esta, uno se pregunta: ¿Alguien investigó a fondo este asunto? ¿Se van a exigir responsabilidades? ¿O como viene siendo habitual, será de nuevo el indefenso ciudadano de a pie el que corra con los gastos de la fiesta?

Más en twitter: @javierfumero

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