Ni políticos, ni banqueros, ni reyes. España se queda sin referentes

Se lo escuché hace poco a un gran amigo al que considero, además, bastante sabio. España está entrando en una peligrosa espiral autodestructiva: los ciudadanos se están quedando sin referentes.

Basta salir a la calle y cruzar dos palabras. Crece el desencanto, la desilusión, el desengaño. A muchos niveles. Algunos ejemplos:

-- El poco prestigio que le quedaba a la clase política se ha desvanecido. La percepción es de una corrupción generalizada, a todos los niveles y en todos los partidos. Sin distinción.

La situación es muy delicada. Como ya he comentado en este mismo rincón, diputados, senadores y concejales están siendo increpados por las calles. Hay animadversión manifiesta y creciente. No parece tratarse ya de un calentón circunstancial.

-- La monarquía tampoco pasa por sus mejores momentos. Una institución que tiene sus detractores, no cabe duda, pero que mayoritariamente había sido percibida como un elemento de cohesión nacional.

Aquí ha sido el caso Urdangarín y el episodio de Botsuana los que han provocado una gran decepción entre la sociedad española en tan delicado capítulo.

-- Tampoco el sector financiero pasa por sus mejores momentos. Los bancos van a tener que trabajar mucho para sacarse de encima la malísima imagen que se han forjado sus dirigentes estos últimos años.

Motivos no faltan. Esos desahucios que transmiten (en parte, de manera injusta) una cierta sensación de insensibilidad ante el sufrimiento; las medias verdades empleadas en la venta de productos financieros que han atrapado a tantos atolondrados y a tantos ancianos; el giro que se ha producido en la negociación de los créditos (antes todo eran facilidades y parabienes; ahora, la dureza más implacable); los estratosféricos sueldos de esos directivos que se los han pagado exigiendo recortes y cerrando sucursales; las privilegiadas ayudas de capital para las cajas que ellos se quedan para engordar mañana la cuenta de resultados... son heridas que va a costar mucho tiempo sanar.

Podíamos seguir.

 

Digo que se trata de asunto grave porque el desaliento y la falta de referentes provoca apatía y aburrimiento. Corta las alas, genera falta de entusiasmo e infecundidad. La iniciativa se reduce, las actividades pierden vigor.

Eso, para una sociedad que debe salir de una grave crisis económica como la que estamos padeciendo, es la muerte segura.

Deberíamos intentar poner remedio. Digo yo.

Más en twitter: @javierfumero

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