Javier Fumero

El soso, el guapo y el mediático

Es curioso lo que está sucediendo en España. Las líderes de las tres fuerzas políticas más relevantes del país en estos momentos están cultivando un perfil diferente.

Dirige las riendas del gobierno un Mariano Rajoy que optó, hace mucho tiempo, por la sobriedad. Más bien soso, ajeno a los focos, apenas deja espacio para la fantasía. Llegó a Moncloa desde la gris fachada de la previsibilidad y de ahí no hay quien le mueva. Habrá plasma para rato.

Justo enfrente han nacido dos rutilantes estrellas.

En primer lugar, Pablo Iglesias. Sin duda, el hombre del momento. Mediático, fundamentalmente televisivo, bien preparado, hábil en el uso de eslóganes y con la suficiente habilidad para generar ‘trendings topics’, tendencias de éxito entre los desencantados.

Además, estaba en el momento oportuno en el lugar adecuado. Obtuvo un sorprendente número de votos en unas elecciones europeas, ideales para captar el voto de protesta. Por estas dos razones transitó Podemos de capullo crisálida a mariposa.

En segundo lugar, acaba de irrumpir en escena Pedro Sánchez. El guapo, lo llaman. Que si se fijan un poco, ha optado por clonar algunos tics de Zapatero.

La estrategia desplegada por el nuevo líder del PSOE parece estar cincelando otro bambi. Sus primeras decisiones han sido personalistas, dirigidas a fijar en la retina de los telespectadores un nombre, un protagonista, un relato personal.

Zapatero llegó al éxtasis cuando postergó las siglas del PSOE para incluir las suyas propias: ZP. El líder de Podemos también cedió su rostro para que las papeletas de su plataforma no dejaran lugar a dudas.

Todo esto está muy bien. Pero aquí hay dos desafíos:

 

1. Si Pablo Iglesias y Pedro Sánchez no comienzan a apoyar sus apariciones en contenido político real, tangible y no utópico, corren el riesgo de heredar lo peor del zapaterismo. Los ciudadanos parecen escarmentados y no van a tragar con más juegos malabares o conejos sacados de la chistera.

2. Estos dos señores se juegan también casi todo en levantar un liderazgo orgánico, compartido. El hiper-presidencialismo también cotiza a la baja: que se lo pregunten a los índices de popularidad de Mariano Rajoy.

Parece que PI y PS están en ello. Otra cosa es si van a lograr convencernos.

Más en twitter: @javierfumero

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