Javier Fumero

Todos volvemos al cole, ¡menos los diputados!

Un hombre entra en una panadería y se dirige al dependiente:

-- ¿Me puede dar dos diputados?

-- Vamos a ver, caballero... Le he dicho mil veces que no se llaman diputados. Se llaman ‘ba-gue-tes’.

El chiste me lo contó hace unos años un amigo. Pero en vez de diputados se refería, para recoger la clásica alusión crítica, a los funcionarios.

Sin embargo, los que hoy parecen estar en boca de todos como perezosos servidores de la cosa pública son nuestros representantes en la Cortes. Algunos piensan que se lo han ganado a pulso. Hacen sus números y no les salen las cuentas.

Los diputados regresan este martes al hemiciclo. Inician las sesiones plenarias. Su señoría debe venir muy descansado porque según el actual reglamento que rige en las Cortes españolas, un parlamentario tiene hoy derecho a 18 días de vacaciones en Semana Santa, 52 en Navidad y 70 en verano.

¿Es esto razonable?

Jesús Posada, presidente del Congreso, ha aclarado en alguna ocasión que tampoco es así: que sus señorías no han de acudir a plenos en determinadas épocas del año, que coinciden con los periodos vacacionales, pero sí participan en comisiones, mesas de trabajo, presentaciones o conferencias en el seno de la Cámara de Representantes.

A mí esto no me convence del todo. Evidentemente, generalizar no es razonable. Hay políticos que sirven abnegadamente al país durante años, trabajando en la sombra por el bien común. Sin embargo, yo sigue pensando que no:

 

-- Que no nos sirven los mejores.

-- Que hay quien utiliza el escaño para asegurarse bajo manga un porvenir.

-- Que son demasiadas prebendas (dietas, hoteles, taxis, aviones, móviles, viajes al extranjero, coches oficiales…) pagadas con el dinero de todos los españoles.

-- Que hay muy poco nivel intelectual y humano en el Congreso.

-- Que han sido pillados demasiadas veces declarando por bajo otra cosa bien distinta de la que sostienen en público…

-- Que hay demasiados diputados que compatibilizan el escaño con trabajos en bufetes, despachos, lobbys…

Hay quien justifica el caso español explicando que por ahí fuera sucede lo mismo. Que también en la Cámara de los Comunes en el Reino Unido o en el Congreso de los Estados Unidos sólo trabajan unos 150 días al año, aproximadamente.

Pues qué quieren que les diga. A mi, este razonamiento no me convence. Yo creo que en vez de intentar recurrir al “otros también se comportan así” es hora de que nuestros políticos se percaten de la peligrosa deriva en la que estamos entrando y se decidan a predicar con el ejemplo. ¿Los primeros en regresar de vacaciones? Nuestros diputados.

Más en twitter: @javierfumero

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