Nos han vuelto a tomar el pelo

Afirmar que las campañas electorales se han convertido en un teatrillo, en un paripé, en un show muy poco sincero, no es ningún descubrimiento. Sin embargo, resulta obsceno y bochornoso comprobar, cita tras cita con las urnas, que nos han vuelto a tomar el pelo.

Fíjense en dos pequeños ejemplos:

Primero. ¿Se acuerdan de la principal polémica de esta campaña electoral? Miguel Arias Cañete es un machista. El asunto se convirtió en ‘trending topic’ y casi en una cuestión de estado. Protestas formales, acciones diarias de reprobación, iniciativas dirigidas a pedir explicaciones, movimientos para concitar apoyos en el exterior...

Pasó el 25-M y nunca más se supo de esta cuestión. Se acabó. El asunto ha caído en el olvido. Ya no interesa. Es impresionante el ‘mutis por el foro’ tras la ofensiva, por tierra, mar y aire, que algunos desplegaron.

Pero se trataba, al parecer, de una cuestión de simple acoso y derribo. Si no es así, que alguien me explique por qué ha desaparecido de la agenda nacional tratándose de una acusación tan grave.

Segundo. Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano publicaron cientos de mensajes en Twitter durante la campaña electoral. Querían mostrarse cercanos y empatizar con sus seguidores a través de esta red social.

Nos abrieron sus ámbitos privados, hicieron guiños, confidencias, publicaron originales fotos con personas queridas y colectivos de españoles entusiastas. Se trataba de ganarse a los ciudadanos y llegar hasta sus móviles. Me pareció bien.

Sin embargo, pasó el 25-M y se hizo el silencio, silencio absoluto. Ninguno de los dos ha vuelto a publicar un sólo mensaje desde el domingo. Nada.

Esto hace pensar que era un buen rollito ficticio, nada sincero, ni espontáneo. En caso contrario, estarían ahí contándonos sus nuevas inquietudes, haciéndonos partícipes de los preparativos para marchar al Parlamento Europeo, ecos de lo sucedido estos días... No ha sido así. En sus cuentas personales no hay ninguna actividad sino mutismo. Fin de la cita.

Me parece, como digo, vergonzoso.

Más en twitter: @javierfumero