Navantia se juega contratos de venta del submarino S-80 con Australia y Noruega en la resolución del problema de sobrepeso del buque

A Navantia no sólo le preocupan los retrasos en la entrega a la Armada del primer S-80. En la empresa hay cierto nerviosismo por si los defectos de diseño puedan disuadir a futuros compradores interesados en el submarino, como Noruega o Australia.

Los problemas de sobrepeso del submarino S-80 afectan principalmente a la Armada española: supondrán un retraso de un año en la entrega del buque y será la marina quien tenga que afrontar los 14 millones de euros que costará el informe de Electric Boat, una consultora estadounidense que está estudiando posibles soluciones a los defectos detectados.

Sin embargo, fuentes de Navantia consultadas por El Confidencial Digital aseguran que entre la dirección de los astilleros reina un gran nerviosismo ante la posibilidad de que el contratiempo afecte a la imagen de solvencia de la compañía y termine por afectar a posibles contratos futuros.

Por ello, la meta marcada desde la dirección, tal y como cuentan estas voces, es la subsanación del defecto “en tiempo record”. De ahí la contratación de la consultora Electric Boat, considerada en el sector como una de las mejores de todo el mundo.

Australia y el obstáculo japones

Australia y Noruega, en concreto, son los dos países que más interés han mostrado en adquirir submarinos de la nueva clase S-80 a Navantia. De hecho, la vía comercial con ambas naciones lleva –sobre todo en el caso de Australia- varios años abierta.

En el caso de la marina australiana, Navantia lleva desde 2006 negociando la venta de 12 unidades –España de momento ha solicitado sólo 3- para sustituir a la clase Collins, ya obsoleta. Un negocio de alrededor de 28.000 millones de euros.

Sin embargo, tal y como contó El Confidencial Digital en 2012, con la irrupción de Japón y sus submarinos clase Soyru comenzaron los problemas.

Japón juega con una baza fundamental: la marina nipona ya tiene cinco submarinos Soyru en activo y la armada australiana ya los conoce de primera mano. Pero las buenas relaciones comerciales de Navantia con Australia ( y sobre todo la experiencia con ventas ya consumadas como el HMAS Canberra, ‘gemelo’ del buque Juan Carlos I) mantenían viva la esperanza de hacerse con el contrato, algo que según las fuentes arriba citadas “cada vez es más complicado”.

Navantia compite por Noruega

 

La vía noruega también pende de un hilo. La marina nórdica está en pleno proceso de reconversión y remodelación de sus fuerzas navales, y aún no ha comunicado cuántos submarinos precisará en un futuro. Pero las ofertas ya están sobre la mesa.

En concreto, Noruega ha solicitado a Navantia este mismo año dosieres con información sobre el proyecto S-80, de cara a una hipotética inversión que se aprobaría en años venideros.

Aunque el buque español se considera en el mercado como una de las tecnologías submarinas más prometedoras, deberá rivalizar con otros astilleros del mundo interesados en hacerse con el contrado: la francesa DCNS, la italiana Fincantieri, la sueco-alemana ThyssenKrupp Marine Systems-HDW y la surcoreana Daewoo Shipbuilding .

Francia también tiene problemas

Otro de los países que en su día mostraron interés por el S-80 fue la India, que finalmente optó por comprar los franceses Scorpene de DCNS, quienes tampoco han tenido excesiva fortuna con su proyecto.

Los astilleros galos, tal y como comentan fuentes del sector, también sufriendo ciertos problemas con el diseño industrial de su submarino. Según aseguran, estos contratiempos han causado un retraso en el tiempo estimado de entrega y en el precio, que ha experimentado un ligero sobrecoste.

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