Las acciones de Lockheed Martin cayeron en bolsa

Se complica el relevo de los cazas españoles tras las críticas de Trump al F-35

Es el avión llamado a sustituir a los Harrier y los F-18 españoles. Cualquier cambio en el proyecto provocaría enormes sobrecostes

Un F-35 de la USAF volando junto a un F-18 Hornet.
Un F-35 de la USAF volando junto a un F-18 Hornet.

A España podrían salirle más caros aún los cazas F-35 norteamericanos en caso de que Donald Trump tome medidas drásticas sobre el proyecto. Existe cierta expectación en la Armada y en el Ejército del Aire por el desenlace futuro, ya que cualquier cambio en el pedido –una rebaja del encargo, por ejemplo- podría encarecer el precio de la aeronave para países que no se involucraron en su diseño, como es el caso de España.


Un simple tuit de Donald Trump haciendo referencia al programa “fuera de control” del caza F-35 ha bastado para hacer caer en bolsa el precio de las acciones de la empresa fabricante, Lockheed Martin. “El programa F-35 y sus costes está fuera de control. Miles de millones de dólares pueden y serán ahorrados en gastos militares y de otro tipo tras el 20 de enero” aseguró el presidente electo de Estados Unidos.

Cambios en el pedido

Se ha llegado a especular –aunque sin mucha base- que las palabras de Trump podrían indicar una posible cancelación del proyecto. Fuentes de la industria de defensa, consultadas por ECD, creen “muy improbable” que esto llegue a suceder por la implicación económica y política que rodea al proyecto F-35.

Sin embargo, tanto en la industria armamentística como en círculos de mando de las Fuerzas Armadas españolas se han entendido las palabras del presidente de Estados Unidos como un ‘toque de atención’ a la industria estadounidense. Se produce apenas una semana después de que anunciase su decisión de renunciar a un nuevo avión presidencial –el Air Force One- por su “excesivo” coste.

Casi descartada una cancelación del proyecto F-35, lo que sí se baraja es que la nueva administración Trump renegocie los términos estipulados en el contrato con el fabricante. Un ‘pulso’ para rebajar la factura exigida por el fabricante para que asuma parte del sobrecoste generado durante la larga y compleja fase de diseño del prototipo –que ha multiplicado su coste final-.

 Otras fuentes consultadas por ECD vaticinan que las palabras de Trump podrían traducirse en una renuncia a parte de las cerca de 2.500 unidades solicitadas por el Pentágono para la USAF y la US Navy.

¿En que podría afectar a España?

El fabricante se ha comprometido a rebajar el coste de las unidades hasta los 85 millones de dólares la unidad. Pero ese precio, explican fuentes de la industria contactadas por ECD, sería aplicable “sólo a algunos de los operadores que estén involucrados en el proyecto como socios”. No es ese el caso de España, pese a que hace diez años recibió la oferta de sumarse al proyecto.

Actualmente, países como Italia, Reino Unido, Dinamarca, Corea del Sur, Australia o Israel –que acaba de recibir su primera unidad- están involucrados en el proyecto en mayor o menor medida. Los contratos firmados con el fabricante bonifican económicamente este apoyo.

 

Lo que se teme en las Fuerzas Armadas, tal y como ha sabido ECD, es que una rebaja del coste para los socios pueda redundar en una significativa subida del precio para aquellos países que quieran comprar F-35 en un futuro.

Y ese parece ser el escenario en que se moverá España la próxima década. En la Armada ya han confirmado oficialmente que el F-35 es la única alternativa a la vista para la sustitución de los Harrier, con menos de diez años de vida útil restante. Y el mismo camino parece llevar el Ejército del Aire para la sustitución de los cazas F-18.

El interés de España

En diciembre de 2006 se llevaron a cabo las primeras pruebas de vuelo de un F-35. Por aquel entonces, Estados Unidos se mostró muy interesado en incluir a España dentro del proyecto, para lo que había que invertir –según fuentes militares- “unos 2.500 millones de euros para convertirse en socio de nivel 1”.Es decir, para conseguir cierta carga de trabajo.

El interés de España duro poco tiempo. El que tardó la crisis económica en hacer aparición y, con ella, los recortes presupuestarios. Defensa, en aquel entonces bajo el mandato de Carme Chacón, congeló cualquier plan para adquirir F-35 en un futuro.

Incluso en los cables diplomáticos de Wikileaks quedaron reflejados los esfuerzos de la diplomacia norteamericana para persuadir a España de entrar en el proyecto Joint Strike Fighter. En cada reunión entre el embajador y la ministra de Defensa, o el JEMAD José Julio Rodríguez, salía a relucir el tema. La respuesta española siempre era evasiva.


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