El contrato exige que sean puestos a punto con urgencia

Los drones espía del Ejército, obligados a pasar por el taller

Se repararán 111 baterías, 78 alas, 43 estabilizadores y 12 colas para arreglar los daños que sufren por aterrizajes violentos

Un militar español, con un dron Raven.
Un militar español, con un dron Raven.

Parte de los vehículos aéreos no tripulados con que cuenta el Ejército de Tierra necesitan una reparación con urgencia. Antes del 17 de noviembre decenas de estos drones deberán pasar por el taller para arreglar muchas de sus piezas que han quedado inservibles tras aterrizajes violentos.

Desde hace alrededor de una décadas, las Fuerzas Armadas españolas cuentan con drones de reconocimiento, que permiten a las tropas aumentar la capacidad de vigilancia e inteligencia en caso de despliegue en operaciones.

Dentro del “arsenal” de vehículos aéreos no tripulados con que cuenta el Ejército de Tierra, se encuentran los mini UAV Raven: unos drones de pequeño tamaño, de en torno a un metro y medio de envergadura y que se lanzan con la mano, y que sirven para explorar el terreno sin exponer a las tropas gracias a las cámaras de vídeo e infrarrojas con que van equipados.

El Confidencial Digital ha podido comprobar que el Parque y Centro de Mantenimiento de Sistemas Antiaéreos, Costa y Misiles va a enviar al taller a buena parte de estos drones, en un plazo de corto muy breve, para reparar las averías que acumulan.

Ha licitado un contrato que será adjudicado en breve, y que se debe ejecutar con cierta urgencia, ya que se fija como fecha límite el 17 de noviembre, apenas algo más de un mes. Hasta esa fecha, la empresa adjudicataria deberá reparar en torno a dos centenares de piezas que han resultado dañadas como consecuencia de la fatiga por el uso, y sobre todo por aterrizajes violentos.

Y es que, según fuentes militares conocedoras del funcionamiento de estos aparatos, los mini UAV Raven están diseñados para aterrizar en el suelo y en parte es normal que se desmonten. Pero con el paso de los años se han ido acumulando daños graves que requieren ahora de una reparación especializada que costará al Ejército más de 100.000 euros.

Una de las “dolencias” más extendidas es la de las baterías que se han hinchado y ya no cargan. Son más de un centenar, concretamente 111, las baterías de estos drones que están fuera de servicio, y que se van a reparar, a un precio de 525 euros la unidad.

Además, han sufrido roturas decenas de piezas de estos aparatos: 12 fuselajes de cola, 43 estabilizadores y 78 alas, que van a ser enfibradas y repintadas para poder volver a ser útiles.

El objetivo, según los pliegos consultados por ECD, es que el sistema mini UAV Raven recupere su operatividad con la reparación y sustitución de las piezas dañadas de estos drones.

Los aparatos son muy útiles ya que, controlados por un operador, gracias a sus cámaras transmiten imágenes en vivo sobre zonas alrededor de donde se encuentra una unidad militar. Han sido y son muy eficaces en despliegues de las Fuerzas Armadas españolas en lugares de conflicto, como Afganistán, Líbano y Mali, ya que exploran rutas peligrosas y se adelantan al paso de patrullas para saber si en el camino se pueden estar preparando ataques o emboscadas.

 

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