Sergio Scariolo, seleccionador nacional de baloncesto

“No entiendo que haya personas que vean la bandera española como una provocación”

Sergio Scariolo es la batuta de la selección española de baloncesto. Tres eurobaskets y dos podios olímpicos para la roja-naranja. Su trayectoria como entrenador es un mix entre Julio César -“llegó, vio y venció”- y el Midas que resucita con oros los equipos que toca.

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Para Scariolo el deporte debe ser una gran escuela social de valores que sirva para hacer mejor a las personas.

Brescia en el “lugar de nacimiento”. España en el “lugar de dejarse la piel”. Sergio Scariolo lleva más de 20 años entre nosotros, liderando equipos hasta hacerlos de oro. Fue el director de orquesta de la ÑBA entre 2009 y 2012. Dos eurobaskets y una plata en Londres. Y volvió a hacer grande al equipo de las estrellas desde 2015 con un boca a boca que hoy sigue dando aire: otro Eurobasket crucial y un bronce peleón en Río 2016. Mientras sueña con su hueco en América, sigue construyendo equipo en una selección que posiblemente ya nunca será lo que fue. Más de pases en bandeja que de mates. “Padrazo” y familiar. Lector de ensayos. Patriota. Pide un tiempo muerto contra la violencia ideológica y física, y un campo atrás en los medios y las redes sociales para que el deporte no deje de ser una gran escuela social. Cuando habla de Pau Gasol se le ilumina el rostro. Yo lo he visto. Es como un arrobamiento de éxtasis de los de Bernini…

La sede de la Federación Española de Baloncesto es como un microparque de atracciones de audacia, deporte, estrellas y sueños hechos realidad. Entre mesas de oficina y gente que curra fuera de la pista, los recuerdos de la gloria quedarán estampados en sus paredes para siempre. Los logros de ellos. Y las conquistas de ellas.

En estos pasillos discretos de la Avenida de Burgos –Madrid, y llueve- huele a sudor con alegría, a camisetas de tirantes empapadas de trabajo, con la felicidad plena de haber llegado a una meta, y otra meta, y otra meta.

La sede de la Federación Española de Baloncesto es hoy el templo de la Generación Gasol. Y en la sala donde duermen las ensaladeras de metales de los éxitos de su historia sale al terreno de entrevistas Sergio Scariolo, el galán que engominó el baloncesto, fijando en los anales la clase, el estilo, las ganas y el arte del equipo de los sueños.

Scariolo ha hecho toda la carrera del baloncesto. Empezó jugando al minibasket, y ahora es un entrenador a medio camino entre Julio César (“llegó, vio y venció”) y el Midas que convierte en oros los equipo que toca. Los años dirán si la NBA es su última parada.

El itañolo cañí aterriza en la sala pisando fuerte. Trae colores de su Costa del Sol, muchas tareas, y una sonrisa. Después de tantos años, Sergio entiende a los medios, y entra al juego de responder con autenticidad, como si esto fuera un concurso de rebotes. Rápido. Las cosas las tiene pensadas. Con prudencia y transparencia, comienza un partido de sólo 30 minutos.

Suena la bocina. Se mueve el balón.

Segundas oportunidades son buenas. Scariolo cambiando los refranes. ¿Satisfecho?

Es difícil no estarlo… Había dudas porque, tras la primera trayectoria al frente de la selección española de baloncesto, era una ocasión de volver a ponerme en discusión, pero los retos me gustan y sentía que podíamos volver a hacerlo bien. Acepté el riesgo y, de momento, ha salido bien.

Díaz Miguel, Pepu Hernández, Pablo Laso, Scariolo y un largo etcétera. ¿El entrenador de baloncesto debe ser un hombre enérgico, impetuoso?

 

Tiene que ser uno mismo. Hay muchas maneras de liderar equipos humanos de élite con éxito. Lo importante es que cada cual haga bien lo que entra dentro de su personal identidad, aunque eso incorpore también lo que se aprende de mucha gente. No hay un cliché fijo.

¿Qué hizo que un equipo que se quedó fuera en los cuartos del Mundial 2014 pasara a ser campeón de Europa en 2015 y bronce en Río 2016?

Una sana autocrítica, un baño de humildad que vino muy bien, y, a pesar de tener muchas bajas y condiciones adversas alrededor durante la competición, mucha cohesión, y mucha calidad, porque, realmente, jugamos bien. No hay mucho secreto.

Marc Gasol quiere estar en el Eurobasket. ¿Estarán los dos hermanos de oro en la selección, para volver pisando fuerte a ese campeonato?

Ojalá. La voluntad está. Ahora se trata de tocar madera para que todo vaya bien y no haya ningún problema físico que lo impida.

¿Cuál es el momento entrenador más top entre los recuerdos de Scariolo?

Es muy difícil elegir uno. Todos los títulos y todos los momentos de sensación de misión cumplida conllevan un aumento de felicidad, de autoconfianza, de ilusión por haber cumplido bien un encargo… Elegir uno me cuesta mucho.

¿Su cinco ideal de jugadores entrenados a lo largo de estas décadas de míster?

No puedo reducir la respuesta sólo a cinco. De entrada me salen casi 30 nombres… Es muy complicado elegir. He tenido la suerte de entrenar a muchos grandes jugadores en los clubs, en la selección, en Italia, en Rusia… Elegir sólo cinco no es fácil…

En ese cinco, supongo, al menos Pau Gasol es seguro…

Sí. Yo diría que sí…

¿Cómo se entrena a Pau? ¿Qué se aprende? ¿Qué se envidia sanamente?

Envidio su talento. Aprendo de su profesionalidad. ¿Cómo se le entrena? Siendo uno mismo, ganándome su respeto, manteniendo mi rol, en el que tengo que exigirle y pedirle cosas, pero teniendo en cuenta su gran sabiduría deportiva, su capacidad para saber él solito mucho de lo que tiene que hacer… Entrenar a Pau es una mezcla de exigencia y de aceptación de lo mucho que él posee de cara al baloncesto, y no sólo en el ámbito del deporte.

¿Cómo se nota la llegada de Garbajosa a la Federación Española de Baloncesto?

Lamento que se haya alejado un poco. Antes estaba más en contacto con el equipo. Era la persona con la que yo me podía comunicar directamente con mucha frecuencia… Ahora tiene otras responsabilidades importantes -económicas, institucionales, políticas-, que yo entiendo, pero que nos lo alejan un poco. Estoy seguro de que, cuando el equipo vuelva a concentrarse, Jorge estará otra vez muy cerca, porque es su papel y lo ha sido en estos años previos.

¿Le convence el nuevo formato de la Euroliga?

Sí. Me gusta. Es un éxito. Todo es mejorable, pero creo que es positivo.

¿Propondría otros cambios para que se asimile más a la NBA?

Cualquier tipo de mejora pasa por una armonización de los calendarios que tenga en cuenta la actividad de las ligas, de la selección y de la Euroliga. Cualquier propuesta de mejora debe ser compatible con evitar el desgaste físico de los jugadores. En ese sentido estamos al límite. Ya ha sonado la campana de alarma más de una vez, y debemos tener mucho cuidado. Los jugadores no son máquinas. Sobre todo los grandes jugadores, que son los que alimentan el negocio, por decirlo de alguna manera. A ellos, especialmente, hay que cuidarlos respetando su descanso, la calidad de los viajes, la posibilidad de recuperarse entre esfuerzo y esfuerzo…

¿Qué lugar ocupa la NBA entre sus aspiraciones profesionales?

Un papel complementario, pero ilusionante. Es prescindible, pero a la vez me encantaría poder recibir una propuesta realmente atractiva; no como las que han llegado hasta ahora que, por alguna razón, no encajaban con mi momento personal y profesional. Me gusta la NBA, pero aún no ha llegado la oferta oportuna para pensar en dedicarme a ella a nivel profesional.

¿Ve a Llul haciendo las Américas?

No me cabe ninguna duda de que tiene la posibilidad y el potencial. Sobre si tiene ganas, tengo más dudas, aunque no lo descarto del todo; Sergi se encuentra muy bien donde está, pero es un chico muy ambicioso, al que le gusta enfrentarse a retos cada vez mayores.

Ahora que muchos de los juniors de oro se están retirando, ¿cree que el oro olímpico se conseguirá en algún momento?

Es muy difícil. En el deporte nada es imposible, pero sí es muy difícil. Y cada vez lo será más.

España-Estados Unidos han protagonizado vibrantes partidos en juegos olímpicos y campeonatos mundiales. Siempre perdió España. A veces, por muy poco. Realmente, ¿ganar a Estados Unidos no es una cuestión ni de trabajo, ni de esfuerzo?

A Brasil 2016 llegamos muy cerca del máximo en cuanto a trabajo y esfuerzo. Hace cuatro años, a nivel de talento, también estuvimos muy cerca del máximo. Ninguna de las tres cosas nos han bastado. Nos ha faltado un poquito. El trabajo y el esfuerzo, por definición, deben seguir estando, pero, posiblemente, el nivel de talento bajará en los próximos años. Y el de los jugadores de Estados Unidos no…

Se va apagando, por edad, la era dorada del baloncesto español. Aunque nada es irrepetible, ni inmejorable, ¿volveremos a ver algo parecido en los próximos años?

Hay un trabajo serio de cantera por parte de los clubes. Debemos enfocar nuestro trabajo cada vez más hacia la producción de jugadores, y centrarlo menos en la competitividad, en los clubes, o en la selección, para ganar los campeonatos de turno. Y creo que, poner a los que vendrán y a los que ya están entrando un listón tan alto como repetir o mejorar lo que hemos vivido estos años, es tremendamente injusto, y está totalmente fuera de lugar. Los jugadores nuevos sólo deben dar lo mejor de sus posibilidades, y estoy seguro de que eso nos llevará a competir a un nivel alto, pero ni imitar, ni replicar, ni adelantar a los que han pasado es objeto de su responsabilidad.

El Madrid lleva años siendo la referencia europea del baloncesto. ¿Qué ve usted detrás de su entrenador, Pablo Laso?

Veo pasión por el juego, capacidad de emplear su experiencia de jugador alejándose de ella con la prudencia aconsejada, que es lo que le diferencia de otros ex jugadores que han sido entrenadores… Le veo con mucha facilidad para emplear mano izquierda y mano derecha. Ni mucho de una, ni mucho de otra.

¿Qué ingredientes le sobran y le faltan a este Barça?

Es muy complicado. El análisis debe ser más profundo de lo que podríamos hacer ahora. Además, creo que no es el momento de llevarlo a cabo. El Barça vive el inicio de un nuevo ciclo, y aún no ha llegado el plazo de empezar a sacar conclusiones.

¿La Liga Endesa ha ido perdiendo interés en los últimos años?

Sí. La Euroliga lo focaliza casi todo. La NBA y la selección están ahí, pero tienen una concentración limitada en el tiempo. La Euroliga es una competencia tremenda para las ligas nacionales. A los jugadores jóvenes les atrae cada vez más la NBA, y a los aficionados más maduros les veo con más interés en la Euroliga, lamentablemente. Bueno, lamentablemente, no. Es lo que hay.

Entre el All Star y la Copa del Rey, que casi coinciden en el calendario, ¿con qué se queda?

Con la Copa del Rey, sin ninguna duda, aunque me gustaría estar ahí arropando a Marc Gasol, y alguien de la selección estará. Es un orgullo para todos nosotros verle en el grupo de los elegidos. Pero a mí me gusta la competición, y eso está en la Copa del Rey. El All Star es un escaparate, una consagración de estatus, una fiesta… pero no es competición.

Scariolo casi siempre ha triunfado. ¿Cómo se gestionan los éxitos deportivos para que le hagan mejor persona?

Desde la humildad. Ayuda mucho conocer de verdad cuáles son las causas de los éxitos, y cuáles pueden ser los obstáculos, para no repetirlos. Sirve tener los pies bien plantados en el suelo, y un amor por el juego que no mengua, que me parece algo fundamental. El placer de trabajar y de pensar en baloncesto es el mismo que tenía cuando era niño. Además, es muy sano tener mucho respeto por todo el mundo. Al principio, uno puede pensar que es muy bueno. Con el tiempo, se da cuenta de que lo puede ser, pero hay muchos más que son igual de buenos, muchos que te ayudan a ser buenos, y a eso hay que darle importancia. Un tema fundamental es asumir que los resultados no siempre califican el trabajo que uno ha hecho. Lo máximo que podemos hacer es centrarnos en trabajar lo mejor posible, sabiendo que algunas cosas no se pueden cambiar.

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Scariolo, en el área pequeña:

Lleva usted ya 20 años en España. ¿A gusto?

Sí.

Habla usted mucho de su familia. ¿Su familia, siempre por encima de sus logros profesionales?

Son dimensiones que tienen que convivir. Cualquier ser humano debe compaginar lo mejor posible su esfera personal con la profesional. No son incompatibles. Puede haber momentos de incompatibilidad: a veces estás con muchas ganas de volver a entrenar, y te toca estar con los niños. Otras estás deseando estar en tu casa después de muchos días de concentración. Pero, en general, todo cuadra.

Suele usted dar gracias a Dios. ¿Es expresión hecha o fruto de su fe?

Es fruto de una educación, de una identidad cultural. Quizás no expresa una fe practicada con intensidad, pero sí una sensación de ser parte de una cultura cristiano-católica que tiene cosas que yo no comparto, pero en la que sí me reconozco.

Entrenar es una dedicación que le ilusiona. Entiende usted el trabajo como una pasión, más que como una obligación.

Por suerte, sí. Pero es una pasión que también lleva aparejada unas responsabilidades: hay exigencias, personas que dependen de mi trabajo… La pasión del baloncesto, en mi caso, va acompañada de un fuerte sentido de responsabilidad.

¿Italia sigue estando muy presente en su vida?

Sí, aunque más idealmente que en mi vida concreta. Cuando estoy allí me siento igual de en casa que aquí, aunque esté menos tiempo. Mis raíces son esas y no reniego de ellas, aunque haya elegido España como mi país para vivir.

¿Qué problema social cree usted que merece un tiempo muerto?

Demasiados, pero destacaría que hay mucha intolerancia ideológica y verbal, que luego alimenta la violencia física de muchas maneras diferentes. Las redes sociales tienen un potencial increíble, pero deberíamos encontrar la fórmula para evitar al máximo sus aportaciones negativas a la sociedad.

¿Le llama la atención a un italiano el reparo que hay en una parte del país para defender los colores de nuestra bandera?

Me llama la atención, porque, sin ser mi bandera de nacimiento, yo me reconozco mucho en ella. No entiendo que haya personas que la vean como una provocación, o de negación de otras realidades. Yo consigo emocionarme cuando veo la bandera de mi país, y también cuando sube la bandera de España mientras suena el himno. Son símbolos de agregación. Son momentos de unión, que no tienen por qué excluir a nadie. Hay una forma muy equivocada de entender la bandera como algo que niega otra realidad, otra identidad, otra forma de sentirse… Yo soy un ejemplo claro de que es posible reconocerse perfectamente en dos banderas diferentes sin ningún tipo de incomodidad.

¿Es lógico que, después de tantos éxitos y con la plantilla que tenemos, el baloncesto siga siendo David, y el fútbol, Goliat?

No sé si es justo, o ético, pero es lógico, porque el volumen de negocio que mueve es brutalmente superior. Antes que el interés de la gente, está el de los medios, y los medios se mueven por motivaciones económicas…

¿Si a Rajoy le gustara el baloncesto todo sería más popular?

No creo…

..Porque Pedro Sánchez hizo apología, pero no ha tenido mucho éxito…

Ya… Los dos tienen bastantes problemas como para ponerse otra cruz encima…

¿Qué debe aprender el baloncesto español de Nadal y Federer?

Me siento muy amigo de Rafa, y tengo por él una admiración y un cariño muy especial. Viendo la final del Open de Australia, en ningún momento me sentí decepcionado o triste con el resultado. Como deportista, me siento emocionado por este ejemplo de rivalidad. Los dos enseñan muchísimo a todo el mundo, no sólo al baloncesto o a España… Los dos demuestran que se puede ser acérrimos competidores en una cancha y respetarse y apreciarse tanto. Los grandes competidores nos hacen mejores a los deportistas, a los políticos, a las empresas, a todo el mundo. A veces se cree que competir contra alguien conlleva un odio que va más allá de las ganas de ganar, y es un planteamiento equivocado, que se transmite erróneamente a las aficiones. Yo también he podido contribuir alguna vez a eso.

¿Quién es el Nadal del baloncesto español?

Sin duda, Pau. Es una comparación casi superficial. Más allá de los vínculos que les unen, les veo con características personales y deportivas muy parecidas.

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Tiros libres:

¿Cuál es el triple con el que sueña?

Ver a mis hijos felices y realizados en lo que decidan hacer con sus vidas. El resto viene después.

¿Usted es más de mates, o de pases en bandeja?

De pases de bandeja. Nunca he tenido cuerpo para más… ¡Llegué a meter mates, aunque muy raspadito! Después, me lesioné un talón de Aquiles, y… En general, en la vida, soy más de colaboración. Los pases unen. Los mates sólo deslumbran en un momento dado y son muy individuales.

¿Lo de la ÑBA es una exageración periodística o una realidad histórica?

Es una fórmula muy inteligente de marketing. Nosotros somos lo que somos. Muchos de nuestros jugadores están en la NBA, y todavía hay bastantes que irán.

¿Algo en la vida que merezca un campo atrás?

¿Cómo infracción?

En el sentido de pararse, y desandar los pasos que estaban equivocados, aunque le piten una falta…

Hay momentos que te gustaría volver a vivir para hacer algún cambio, pero creo que hay que saborear lo que la vida te da en cada ocasión, y saber sacar lo bueno. Si estás contento y feliz con lo que tienes, aceptas haber cometido errores, que forman parte también del bagaje de tu experiencia.

Siempre que le escucho, me queda clara una cosa: Scariolo lee. Mucho.

Leo menos de lo que me gustaría. Soy más de ensayos que de novelas. Prefiero leer cosas que me enriquecen, antes que textos que me entretengan. Soy más de curiosidad para aprender que de perderme en soñar con cuentos de fantasía.

¿El deporte de masas sigue siendo una escuela de valores?

Los medios y las redes sociales a veces no ayudan al deporte a cumplir esta misión. Y nosotros mismos, en muchas ocasiones, entorpecemos esta escuela social que debe suponer el deporte. Yo reconozco que hay cosas que he hecho en una cancha de baloncesto que espero que mis hijos no hayan visto, porque no han sido buenos ejemplos. Pero, por lo general, el deporte enseña muchos valores positivos.

¿Tiene buena salud el baloncesto en España: seguimiento, apoyo institucional y mediático, equipos federados…?

Algunas partes gozan de buena salud, y otras, menos. Desde luego, no creo que sea el mejor momento del baloncesto español. Veo que la liga está sufriendo un momento complicado, pero existe una buena presencia del baloncesto en los colegios, en la calle, en el interés de la gente. Hace no muchos años su salud era bastante mejor.

¿Cómo ve el jefe de los chicos el talento de las chicas de la selección femenina de baloncesto española?

Con admiración y con una enorme sensación de orgullo. La Federación Española de Baloncesto hizo una apuesta clara por este equipo desde la etapa de José Luis Sáez, y los que han venido después han secundado esa directriz. Todo el mundo del baloncesto ha participado de esta apuesta con entusiasmo, y con unos resultados de calidad y competitividad muy particular.

Suena la bocina. Fin del partido.

REBOBINANDO

Sergio Scariolo es el segundo entrenador nacido fuera de España que lleva las riendas de La otra roja. Llamarle extranjero sería una injusticia.

Hablamos de un licenciado en Derecho que empezó con el baloncesto a los 19 años, con 29 ganó el scudetto en Pesaro, y con 6 años de experiencia entrenando en Italia vino a España para quedarse en su otra casa.

Hablamos de un padre de familia que busca la máxima normalidad, sin creerse un cromo de Panini y las cosas que siguen en la vida social de los deportistas de élite.

De su trayectoria profesional y de sus palabras salen letras de un perfil que se titulan Allá, donde no todo son pelotas.

Así rezan los capítulos:

1. Trabajo: excelencia en el deporte. Esto no es un hobby.

2. Humildad para liderar. Humildad para ganar. Humildad para perder. Humildad para aprender.

3. Sonría: que la pasión por el deporte no le nuble la vida.

4. Compita como nunca. Respete como siempre. El modelo Nadal-Federer.

5. La sana autocrítica, la eficiencia profesional y la salud mental.

6. Si usted es un líder, genere unidad.

7. Si trabaja con los mejores, no aburguese a los mejores.

8. Salga a ganar, pero nunca salga a herir.

9. Defienda sus colores con cabeza y corazón. Convierta su bandera en un motivo de orgullo en el que todos encuentren su hueco.

10. Si trabaja con Pau Gasol, entonces, ¿soberbia, de qué?


E quando arrivo a casa: un cappuccino de sabiduría.

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