Botín rompe con el M&T Bank de Búfalo y revoca la proyectada fusión con el Sovereign. El patrón del Santander exigió colocar a ‘sus’ consejeros y los americanos se negaron

“Cuando pase por Nueva York, ya nos tomaremos un vino”. Esta ha sido la despedida personal de Emilio Botín a los máximos directivos del banco norteamericano M&T Bank, en Búfalo, con los que estaba cerrando la fusión del Sovereign y que finalmente ha fracasado. La operación se encontraba prácticamente concluida pero una grave discrepancia ha dado al traste con todo.

Según ha confirmado El Confidencial Digital, se trata de una ruptura total, sin marcha atrás. Las dos partes se han levantado de la mesa sin intención de retomar las negociaciones. Todo ello pese a que, con anterioridad, ya se habían acordado asuntos de gran relevancia y los protagonistas daban por hecho el acuerdo final.

Hay que recordar que, como se adelantó en estas páginas (véalo aquí), el pasado mes de junio, el propio presidente del Banco Santander impulsó personalmente esta fusión con un viaje relámpago a Búfalo desde Canadá, donde se encontraba para seguir el Gran Premio de Fórmula 1 que se celebraba en Montreal.

El principal punto de fricción que hasta ese momento había impedido el acuerdo era la decisión sobre el control final de la entidad resultante. Fuentes cercanas al Santander consultadas por ECD explican que, cuando Emilio Botín cierra este tipo de operaciones, es siempre para llevar las riendas. Sin embargo, el M&T, con unos activos por valor de 68.000 millones de dólares (unos 55.760 millones de euros) y 750 sucursales en Nueva York, Pennsylvania y Maryland, se mostró siempre en contra de ceder el timón.

Pues bien. En la citada reunión de junio, se llegó finalmente a un pacto: los actuales gestores del M&T Bank podían seguir al frente del banco resultante pero con una condición. El acuerdo incluía una cláusula secreta en la que se estipulaba que, dos años después de oficializada la fusión, un directivo del Santander accedería a la presidencia de la entidad.

El propio Botín accedió a esta solución y cerró algunos puntos más. Concretamente:

-- El ‘chief executive officer’ del M&T, Robert G. Wilmers, sería el primer presidente de la entidad resultante de la fusión con el Sovereign. En dos años, el Santander propondría su propio candidato para el relevo.

-- Wilmers entraba además a formar parte del consejo del Banco Santander. El CEO de la entidad tendría que viajar regularmente a Madrid para participar en las decisiones que se tomaran en la sede de Boadilla.

-- El nombre de la nueva entidad iba a seguir siendo el actual: M&T Bank.

Un hecho demuestra lo avanzado que estaba el acuerdo: fuentes del Banco Santander en Boadilla confirman que los abogados de las partes dedicaron los meses de julio y agosto pasados a redactar los términos del acuerdo y sus pormenores. Sólo quedaba un punto por dilucidar: el modo en el que el Santander consumaría la fusión.

 

El equipo de Botín debía hacerse con el 22,5% que el Allied Irish Banks (AIB) posee del M&T Bank. Algunas valoraciones tasaban en unos 2.000 millones de dólares el valor de ese paquete.

Pese a todo, las fuentes consultadas por ECD explican que ahora todo se ha ido al traste por discrepancias en la asignación de los consejeros. Al parecer, Botín propuso ejecutivos estrechamente vinculados al Banco Santander y ningún independiente, y, a juicio del M&T Bank, se trataba de directivos con escaso conocimiento del mercado norteamericano.

El equipo negociador de Robert G. Wilmers se plantó, Botín tampoco ha querido ceder, y, a la vista de las firmes desavenencias señaladas, las partes han decidido dar por concluida la operación.

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