Los peligros de la vida multipantalla acechan a tus ojos

Tiempo atrás, padecer miopía funcionó como argumento demoledor para librarse de obligaciones poco deseadas. De hecho, gracias a ella cerca de 28 millones de españoles pudieron librarse de la mili. Sin embargo, con la supresión del servicio militar obligatorio eso de ser miope dejó de tener sus ventajas para convertirse en únicamente una incomodidad sin nada de positivo.


Mujeres consultando Internet.
Los peligros de la vida multipantalla acechan a tus ojos

Ahora, además, no solo somos miopes. Nuestro estilo de vida actual, el cual desborda de pantallas como las de los teléfonos inteligentes y las de los ordenadores, propicia otras dolencias como la degeneración macular.

Estos dispositivos emiten lo que llamamos HEV (luz visible de alta energía, por sus siglas en inglés). Una clase de luz que puede entrañar ciertos peligros para la retina pues a la larga contribuye a la degeneración de la mácula. Lo cierto es que nos podemos defender de ella gracias a la lágrima, pero resulta que cuando nos ponemos delante de una pantalla el ojo se ‘olvida’ de parpadear.

Una persona adulta suele parpadear unas 20 veces por minuto, aunque es cierto que en actividades como la lectura, esta frecuencia disminuye hasta 12-16 veces por minuto y hasta en 3-4 veces cuando nos sentamos ante un ordenador. Sin duda, una drástica reducción.

Además, cuando salimos al exterior a dar un paseo, nuestros ojos se exponen a los rayos UV, que también son los responsables del desarrollo de cataratas y la degeneración macular. Por supuesto, la influencia perniciosa de estos rayos puede contrarrestarse con el uso de gafas de sol adecuadas.

¿Se puede hacer algo al respecto?

 Para paliar el problema, deberíamos descansar de la pantalla cada hora durante unos 5-10 minutos. También podemos reforzar esta medida situando la pantalla —una que mida más de 14 pulgadas a ser posible— a unos 40 centímetros de distancia. Los expertos recomiendan, asimismo, que el dispositivo no se encuentre en un ángulo que nos obligue a mirar hacia arriba. Y si aún así la lágrima no fluye, podemos recurrir a los productos humectantes. Seguro que si incorporamos estas pautas, nuestro ojo lo agradece.

 

 En España ya contamos con un 62,3 % de nuestra población con gafas, a lo que se añade un 9,4 % que usa lentillas y un apreciable 7,4 % que ha decidido someterse a una operación de cirugía refractiva para olvidarse tanto de gafas como de lentillas. Ahora, además, debemos enfrentarnos a un nuevo peligro para nuestra visión: las pantallas de nuestros cachivaches tecnológicos.

 

 



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