CARLOS ALSINA y JUAN RAMÓN LUCAS, presentadores de ‘Más de uno’ en Onda Cero

Alsina: “Ni sé ni aspiro a hacer de Carlos Herrera” Lucas: “En Moncloa preocupé cuando estaba en RNE. Ahora ya no”

Carlos Alsina y Juan Ramón Lucas son las voces de ‘Más de uno’, la nueva apuesta de las mañanas de Onda Cero tras la marcha de Carlos Herrera a la COPE. Los dos micrófonos de oro aspiran a competir con “buen periodismo de actualidad” desde la emisora “más plural”. La unión antiuniformidad hace la fuerza.

En “Más de uno”, Alsina y Lucas son un dúo dinámico que saca punta a lo que pasa con ojos plurales.
En “Más de uno”, Alsina y Lucas son un dúo dinámico que saca punta a lo que pasa con ojos plurales.

Es el Día del Trabajo, y en Onda Cero, al pie del cañón, están Carlos Alsina y Juan Ramón Lucas. Pedimos prestado el micrófono verde y hablamos por separado con las voces de oro de Más de uno. Después de muchísimas horas largando por la radio, se constata: Carlos y Juan Ramón son hombres que saben escuchar. Con eso les digo todo. Alsina era La Brújula de Onda Cero, y ahora es el pilar de la casa. Y Lucas es la voz del periodismo ciudadano con pedigrí de horas de curro y calle. Los dos son un tándem esencialmente humilde, pero experimentado, dispuesto a adelantar por el centro con una radio amable, libre y plural, con el permiso de la España de los extremos…  

San Sebastián de los Reyes. Javier –director de Comunicación de Onda Cero- nos recibe con los brazos abiertos y la transparencia a flor de piel. Un gusto.

Mientras Juan Ramón está en la pecera, Alsina, yo, y una lata de Coca-Cola conversamos a puerta cerrada. Primer asalto.

A Carlos le cuesta ponerse delante de una grabadora. Este es el perfil que más me gusta: la gente interesante que no busca desesperadamente estar en todas partes. Me haría entrevistador de personas discretas, si no fuera una profesión de riesgo…

Empezamos hablando del relevo de Casimiro García-Abadillo al frente de El Mundo. Y en poco tiempo el clima de la entrevista se convierte en conversación como de toda la vida.

Me encuentro en tres dimensiones lo que se escucha en su radio. Lo que se palpa en sus programas. La sorpresa de la naturalidad en persona. Tiene cara de sembrar confianza y recoger tempestades de oyentes, de amigos, de reconocimientos profesionales… Alguna tempestad también será incómoda. Pero él se fuma un puro. En sentido figurado.

Y una vez que ya está hecho el monólogo de ambiente: REC. Estamos en el aire.

Al que madruga Dios le ayuda. ¿Se confirma?

Espero que se confirme cuando salga el primer EGM…

¿Pero está contento?

 

Sí.

¿Esperaba al menos un verano para hacerse a la idea de dejar la noche y amanecer el primero?

¡Sí, claro! Con el traspaso a la mañana ha habido muchos rumores, y todos están publicados. Yo estaba al tanto de la rumorología de la marcha de Carlos Herrera a la COPE, pero no tenía noticias oficiales. En marzo arrancaron de nuevo esos rumores, y entonces ya me informaron de que la posibilidad existía, y de que podía precipitarse. A partir de ese momento empecé a pensar en qué hacíamos…

Una interpretación muy subjetiva. En las fotos oficiales del estreno del nuevo programa no se le ve como muy radiante…

Es que el día que hicimos las fotos no estaba yo en mi mejor momento…

Tampoco es usted una persona muy entusiasta, así, en general, ¿no?

Soy una persona que odia las fotos, salir en televisión… Me cuesta mucho hacer promoción de mi propio producto, porque creo que no lo hago bien… Pero, vamos, el día que hicimos las fotos, además, estaba bastante tocado de salud. Y se ve, y eso que estoy súper maquillado… Esa parte artística del que sabe venderse, yo no la cultivo. Si de mí dependiera, los que hacemos los programas de radio no saldríamos en ningún sitio, ni se nos vería, ni se sabría qué cara tenemos… Somos personas con voz, y punto.

Me dicen en Onda Cero que todo eso es importante, que ahora es todo muy visual, que la notoriedad de la gente que hace los programas tiene mucho que ver con las audiencias… Todo eso lo he aprendido, y lo entiendo. Pero me gustaba aquello de que los que hacemos radio ni tenemos cara, ni se sabe nada de nosotros. Además, es mucho más cómodo que no te conozca nadie cuando vas a hacer la compra.

Usted y Juan Ramón Lucas son muy distintos en muchas cosas, ¿pero estáis a gusto trabajando juntos?

Sí. En muchas cosas somos muy parecidos. Nuestra idea de una radio pendiente de lo que está pasando es muy similar, y nos parecemos mucho en la forma de contar, en el talante ante el micrófono... Después, seguramente tenemos aficiones y opiniones distintas, pero la convivencia está siendo muy normal.

¿Tiene la presión de emular a Carlos Herrera?

Tengo claro que no soy Carlos Herrera. Llevo muchos años haciendo programas largos en Onda Cero y sé que lo que puedo aportar es ser Carlos Alsina. Hay poco que descubrir. Como profesional estoy muy contrastado, para lo bueno y para lo malo. No hay ningún secreto. Tanto la cadena como yo tenemos claro que, cuando se sustituye a Carlos Herrera en la mañana, no le estamos buscando un heredero imitador. Yo no sé hacer de Carlos Herrera, ni aspiro a hacer de Carlos Herrera. Él tiene unos registros y capacidades que yo no tengo.

Lo que hemos hecho con Más de uno es adaptar lo que teníamos en la noche a las circunstancias y estructuras propias de la mañana. Lo que no es posible es cambiar de estilo porque te cambien de hora.

¿Su carrera profesional confirma que el periodismo sin barricadas es el que cuaja a largo plazo?

Mi carrera confirma que el periodismo sin barricadas puede cuajar en algunos casos… No sé si a largo o a medio… El periodismo de muchas barricadas también está funcionando bien. ¡Pero yo no quiero estar en ninguna barricada! Cada uno tiene su idea de en qué consiste nuestro oficio. Llamamos periodismo a actividades que son muy distintas. Mi idea del periodismo no tiene nada que ver con el activismo político, ni con el afán de manipular para asentar opiniones determinadas… Lo mío tiene que ver con algo mucho más sencillo: te cuento lo que ha pasado como yo lo he visto, y si tú me escuchas cada día, y te vas fiando de mí, espero que llegue un momento en que ni te plantees que te estoy colando nada.

Los hombres tranquilos de La Brújula... Sabiendo que la objetividad no existe, ¿el punto medio de la radio es Onda Cero?

Creo que sí. No es que lo demás no estén en el punto medio, es que nosotros somos más diversos que el resto, aunque tampoco sé si de la diversidad sale el punto medio… Lo que sí sé es que en la oferta radiofónica de Onda Cero hay comunicadores, puntos de vista y formatos más diversos que en el resto de las cadenas. Insisto en que eso no es un defecto de las demás cadenas, porque aquí cada uno hace la apuesta que quiere. Detecto más uniformidad, que otros llaman homogeneidad, y otros coherencia editorial, en las otras cadenas. En la nuestra detecto, y a eso yo también le llamo coherencia editorial, una diversidad de planteamientos, opiniones y posiciones que es posible que nos derive mejor hacia el punto medio.

¿Se puede ser pacífico con la Administración?

Se tiene que ser crítico con la Administración, y si la crítica exige ser beligerante, pues habrá que serlo. Con la Administración, y con lo que no es Administración. Pero tampoco es imprescindible empeñarse por estar en guerra permanente con alguien sólo porque necesitas demostrar que eres capaz de pelearte. La crítica debe estar justificada, porque, si no, dará la impresión de que tu discurso se nutre de manías o de animadversión.

¿Qué cree que dicen de usted por los pasillos de Moncloa?

Depende, porque Moncloa es muy grande y hay mucha gente trabajando allí… Habrá algunos que me detesten directamente, y otros pensarán que hago un buen trabajo todos los días, y que, si se quitan sus orejeras y sus intereses de partido o de Gobierno, pues igual llegan a la conclusión de que este tipo no lo hace mal…

En Moncloa son muchos. Y la opinión de una, o de uno, no hay por qué adjudicársela a toda la Presidencia del Gobierno, ni al propio presidente… Son solo opiniones personales, que tienen que ver con muchas cosas, porque no sólo nacen de un análisis serio de mis programas.

¿Tiene fácil que pasen por su programa los representantes de la Administración, o cada vez que lo intenta se encuentra con un muro?

Procuro evitar el contacto directo con los altos cargos, y en general, con las personas sobre las que después tengo que hablar críticamente en mi programa, porque creo que, si te puedes permitir el lujo de la distancia, porque no necesitas un contacto directo con las fuentes, como es mi caso, puedo tener la perspectiva que da no ser amigos, ni deber nada a nadie. Una perspectiva que yo llamo libertad.

¿Le da la vida para escuchar La Brújula con María Hernández?

Claro, claro. Procuro amanecer a las 20.00 para escuchar a María. Resulta muy raro escuchar un programa que has hecho durante muchos años y que hace la persona que ha estado siempre a tu lado, con la misma sintonía, la misma estructura…

Aunque María Hernández no sea una estrella especialmente conocida, ¿cree que Onda Cero apostará por ella para que siga llevando La Brújula, o se rendirá ante el poder de un/a famoso/a?

No sé lo que pasará. Yo estaría encantado si María se queda haciendo La Brújula siempre. Además, tiene carrera, trayectoria, experiencia y talento suficiente para eso, y para más.

Alsina es, en la radio, Alsina, más lo que ha escuchado y visto Alsina en otros colegas. ¿Qué virtud del buen comunicador ha aprendido usted de…

…Concha García Campoy?

La capacidad para escuchar a la persona entrevistada y sacar de ahí las siguientes preguntas.

…Javier González Ferrari?

El ritmo informativo en la radio, la entrevista corta. Con él hice mañana y noche, y era el hombre de lo inmediato.

…Iñaki Gabilondo?

A Iñaki le he escuchado poco. Hay un Iñaki que es el que más me gusta, que es el más reflexivo, el ecuánime, el distante para analizar… Él mismo ha contado que hubo una época en la que dejó de ser Iñaki, y pasó de la interpretación al activismo. Tengo entendido que está arrepentido de eso, y yo le entiendo. Hay veces que tienes esa tentación, cuando hay algo que te afecta más. Es lo que le pasó a él con Aznar: ves una persona con mucha influencia y que manda mucho que pretende convertirte en un indeseable porque entendéis las cosas de manera distinta… Entiendo que ahí, lo que te pide el cuerpo es reaccionar siendo más beligerante de lo que, en mi opinión, debe ser un periodista. A mí ese papel no me gusta. El otro Iñaki sí me gustaba.

…Antonio Herrero?

A él le conozco de oyente. Supo adaptar el estilo de José María García a la actualidad general, que eso nos puede parecer ahora muy común. Él debió de ser de los primeros en empezar la radio a las 06.00. Como oyente, le reconocería su arrojo para ser el primero en hacer cosas nuevas.

Luis del Olmo?

Es muchas cosas. Aparte de que es un señor de Onda Cero, en todos los sentidos, o el señor de este medio, de él he aprendido cómo se estructura un programa, cómo se lleva el ritmo, sin que ritmo equivalga a velocidad; he aprendido a organizar una orquesta con muchos componentes distintos y que suene de una manera armónica, sin que la presencia del director se tenga que percibir todo el tiempo. Por él tengo un gran afecto y un gran agradecimiento, porque siempre ha confiado mucho en mí, también cuando tenía 20 años y era más arriesgado mostrar tanta confianza…

Unas palabras para definir a sus colaboradores más estrechos:

¿Rubén Amón?

Inclasificable, imprevisible…

¿Vicente Vallés?

 Una de las cabezas mejor amuebladas que yo conozco. Es tal el sosiego que transmite, que yo creo que, a veces, él mismo desearía ser menos sosegado…

¿Fernando Ónega?

Me ha dado consejos muy buenos. En un programa de actualidad aporta el poso de lo que yo es imposible que tenga: todo lo que él ha vivido, de historia, y de años de profesión. Es muy periodista y muy radiofónico.

¿David Gistau?

Tiene la asombrosa habilidad de hablar como escribe. Si existiera un aparato que conectara el micrófono a la impresora, de mi programa saldrían columnas suyas dignas de publicarse. Además, tiene una cultura enorme y una cosa que también envidio: se acuerda de todo lo que ha leído, visto, o visitado… y lo reproduce en directo. Es lo que le pasa también a Rubén Amón.

¿Manuel Jabois?

Es un genio. Es un tipo muy humilde, muy honrado, que escribe muy bien. Igual que Gistau, aunque a David le dejen prodigarse menos, tiene la cualidad de que, siendo comentarista o columnista, en el fondo es un reportero. Así como Rubén tiene alma de corresponsal, Jabois y Gistau son reporteros, incluso cuando están opinando, y eso me parece muy sano.

¿Marta García Aller?

Marta es la curiosidad personificada, con una gran capacidad para ver historias donde los demás no las vemos. Además, es muy maja.

¿Javier Gómez?

            Javi es un tipo al que estamos descubriendo profesionalmente, a pesar de que lleva unos cuantos años de oficio. Le teníamos, o le tenían, ubicado y casi constreñido en un ámbito temático que para él es menor… Le interesa todo: la política, la política internacional… Y tiene mucha gracia contando las cosas. Además, tiene muchas ideas propias, y se le ocurren siempre muchas formas nuevas en todo. Es el hombre perfecto para dirigir un magazine, o lo que le pongas… Tiene un nivel de autoexigencia que a mí me abruma un poco. Es muy perfeccionista.


¿Echa en falta a alguien que esté por llegar al programa?

Que hay gente que está por llegar, es seguro. Que tenga nombres concretos, no. Me gustaría contar con muchas personas, pero el programa tiene una limitación horaria y presupuestaria… Pero habrá incorporaciones, porque así ha sido en todos los programas que he hecho, también porque conoces a gente nueva.

¿Ha pensando ya en cómo se codeará desde septiembre con Carlos Herrera?

Pues muy bien, como siempre. Nos llevamos perfectamente, y no lo digo porque tenga que quedar bien. Le admiro profundamente. Su versatilidad ante el micrófono los demás no la tenemos. Es capaz de hacer una entrevista muy seria, de hacer una guasa buenísima, un comentario editorial… Todo le sale, y le sale bien. En lo personal nunca hemos tenido ningún problema…

Y coincide también en la misma franja horaria, y en cadenas distintas, con Ángel Expósito, que también le llevó la prensa en La Brújula hace un tiempo. Van a coincidir tres amigos compitiendo…

¡Pues claro! Y con Pepa Bueno, que aunque profesionalmente hemos coincidido menos, los dos nos tenemos mucho aprecio… Eso es estupendo. Lo de la competencia consiste en que cada uno está en su medio, haciendo el producto que nos sale hacer, con nuestro enfoque… y los oyentes españoles tienen la bendita capacidad de elegir entre propuestas muy distintas, que es maravilloso. Todos los programas de la mañana son buenos. Entre nosotros no estamos mirándonos constantemente. Esto no es la tele.

¿Alsina es fan de Julia Otero?

En algunas cosas, sí. Lo que pasa es que yo, en general, soy poco entusiasta, y poco mitómano. Partiendo de que soy poco fanático, me gusta que esté en Onda Cero.

En alguna ocasión se ha notado entre los dos una cierta tensión, y en directo…

Se ha notado, porque la hubo. Era un debate real, no había nada impostado. Pero fueron un par de veces en tres años. Y ya está, aunque en You Tube queden archivadas sólo las polémicas…

Un mes después de amanecer en las ondas, ¿cómo sería su monólogo de balance?

Empezaría diciendo: “Estoy en ello”. Quiero decir que aún no estoy del todo, creo yo… El programa progresa adecuadamente, pero tengo la percepción de que todavía no está rematado del todo. Lo cierto es que llevamos un mes en antena…

¿Qué ha aprendido de Juan Ramón Lucas en estos días de trabajo conjunto?

Aprecio mucho su capacidad de darle una vuelta más a los temas a partir de donde los he dejado. Una vuelta más que no suele ser política, y eso me oxigena mucho. Yo oigo cómo cuenta lo que yo he estado contando desde las 06.00, y todo me suena a nuevo.

Dicen que usted llegó a la radio gracias a la audacia de creerse el sueño americano. Una llamada a Luis de Benito cuando nacía Onda Cero, y mucha suerte. ¿Sería usted así de generoso si alguien llama a su puerta desde la nada?

Si tiene audacia, ingenio y sabe liarme para que le reciba, sí.

Después, apagamos la grabadora, y seguimos hablando un buen rato. Y muy a gusto.

*          *          *

Segundo asalto.

Aprovechando que Juan Ramón ha terminado sus filigranas radiofónicas, hacemos las fotos, y me quedo con él a solas, en el mismo estudio.

Juan Ramón Lucas es el hijo pródigo en versión inversa. Él lideraba las mañanas de Radio Nacional de España (RNE) hasta que llegó Rajoy a la Presidencia del Gobierno y le dijeron: “Has pecado contra el cielo y contra mí. Coge la parte de la herencia que te corresponde, y vete a tu casa”. Más o menos… Junto al ya-si-eso-te-llamamos-en-otro-momento que le espetaron a Ana Pastor, aquellos despidos se convirtieron en un símbolo antiperiodístico que él considera, además, “profundamente antidemocrático”.

Después de tres años de maratones de proyectos nuevos, el 8 de abril volvió a la radio para presentar con Carlos Alsina Más de uno. Ilusionado. Con ganas de pasarlo de cine a través de las ondas, y de hacer periodismo sin matices.

Socialmente, vibrante. Intelectualmente, on fire. Profesionalmente, consagrado. Vitalmente, positivo. Físicamente, en forma.

Entramos en la pecera de Lucas. Acaba de terminar su programa y reflexiona sobre el remate final. Pensativo. No sé si soy oportuno, le digo. Me responde: “Tranquilo, tío, haz tu curro”. Y entonces ya todo va rodado. Así es Lucas. El del lazo naranja. El de la sonrisa curtida. Sale casi espontáneo llamarle Juanra…

¿Cómo podríamos titular la llegada del hijo pródigo de la radio española a Onda Cero?

[Risas] Pues no lo sé… Sería algo muy sencillo: “Juan Ramón Lucas vuelve a la radio”. Si eso fuera objetivamente una noticia, buscando un titular más original, diría: “Por fin se libran en su casa de Lucas, y lo colocan en la radio”.

Usted ya pasó por esta casa. ¿Cómo describiría esta emisora, para vendérsela adecuadamente a sus oyentes de toda la vida, que quizás se fueron a la SER?

Esta emisora es la pata radiofónica de uno de los grupos de comunicación más importantes de España: Atresmedia. No hay más que escuchar toda la programación para entender que hay libertad, pluralidad, ambición de participación… Es una radio diseñada para que el oyente pueda aportar y la sienta como suya. Es bastante plural, en el sentido de que sus profesionales hacen un buen trabajo sin la presión de estar en un medio con otra titularidad, tanto públicos, como privados. Al menos eso he percibido yo desde dentro. Hace dos meses quizás eso no podía decirlo. Ahora, sí.

¿Qué ha pensado sobre Radio Nacional de España desde que le echaron desde el Gobierno de Rajoy?

Al no poner matices a la pregunta, se supone que asumo todo su contenido. Lo anoto como circunstancia singular. O quizás no tanto…

Sigo teniendo contacto con compañeros y amigos. Hubo una etapa en la que no se pasó bien, y pienso que la calidad del producto distaba algo de la que se hacía entre todos durante los cinco años que estuve al frente del programa. Pero ha pasado tiempo desde entonces, y creo que ha mejorado. Dentro del contexto de las complicaciones de todo tipo que tienen que ver con RNE, veo que están haciendo buena radio con la mayoría de los profesionales que estaban cuando hacíamos En días como hoy.

¿Qué cree que piensan los ciudadanos cuando los gobiernos echan a Juan Ramón Lucas o a Ana Pastor, o a quien sea, siendo periodistas ampliamente reconocidos?

Muchos cuestionan la calidad profesional, para justificarlo. Otros, lo entienden. A unos les parece bien, y, quizás los más cercanos a lo que estábamos haciendo, lo critican y consideran que es una forma que tienen las administraciones y los gobiernos de inmiscuirse en la comunicación hacia los ciudadanos. Hay de todo.

Lo que me parece mal es que, al final, un país se termine acostumbrando a que, cuando hay un cambio de gobierno, haya cambios en los medios públicos. No sólo en los medios de comunicación, también en la sanidad, en la educación… ¡Eso es una barbaridad! Así no hay continuidad. Así no hay compromiso. Así está todo en manos del poder político y condicionado exclusivamente por el poder político. Los medios públicos tienen que ser verdaderamente públicos. Yo he vivido esa intromisión en el ámbito de los medios de comunicación, y creo que los ciudadanos no debemos habituarnos a esto, ni a verlo como algo normal. Me parece una actitud profundamente antidemocrática.

Entendemos que los cambios existan, pero si las cosas iban mal. Pero si funcionaban bien, ¿el destierro significa censura?

Es una manera de decirlo. Quizás no sea censura, pero sí, una forma de decir: “Aquí estoy, he llegado, y vengo a poner a los míos”.

¿Cómo se imagina usted al oyente de Onda Cero?

En mis primeros contactos con ellos he visto a un oyente muy cualificado, que no se conforma con cualquier cosa, y que, cuando propones temas aparentemente complicados para abordar en la radio, con temas que requieren una reflexión más allá del titular, demuestra ser gente muy muy solvente. El público que me encuentro es muy crítico, y eso es muy saludable… Yo recibo todas las críticas, incluso aquellas que rayan el insulto, como una oportunidad para mejorar el producto, y en ese sentido tengo unos cómplices magníficos en la audiencia del programa.

Me imagino a un oyente que escucha la radio para que le acompañe, le informe y también para que le ayude a formarse una opinión, y para mí eso es muy subrayable. Eso es una gran responsabilidad. Espera mucho de ti gente que tiene nivel.

¿Ha sido libre del todo?

La respuesta es sí, es la sensación que tengo, pero explícame mejor a qué te refieres.

Pues que supongo que una persona que lleva tres años fuera de la radio con una cierta edad, y se encuentra con la oportunidad de volver, quizás diga sí a todo lo que haga falta...

Bueno, en realidad ese no era mi caso. Tenía muchas ganas de volver a la radio, pero en estos años me he dedicado a cosas que, desde el punto de vista profesional y personal, me estaban resultando muy enriquecedoras. Entré en un universo nuevo, que es el de la comunicación corporativa, a través de RGTogether. Me ha dado tiempo a escribir, acabo de publicar un libro, Hablemos sobre felicidad, y estoy preparando otro. He hecho una serie de entrevistas relacionadas con el ámbito sanitario para otro libro que se plantea el futuro de la sanidad pública en España. He empezado a hacer algo parecido a confeccionar radio para empresas… Es decir, me he movido, he hecho muchas cosas que me abrían a otros territorios.

Nunca he tenido esa sensación tan humana y, seguramente, tan común, de necesitar algo pronto porque, si no, no sé qué va a ser de mi vida... De hecho, en algún momento pensé que se acabó mi etapa en la radio y que había llegado el momento de reorientarme profesionalmente. En ese contexto llegó esta oportunidad, que me pareció fantástica. Lo vi como un reto complicado pero apasionante, y por eso dije que adelante.

La felicidad que siento con la recuperación de mi vieja compañera, la radio, como cantaba Dyango, no tiene que ver con una necesidad perentoria. Lo mío ha sido como un reencuentro amoroso.

¿Más de uno significa que de la suma de Alsina y Juan Ramón Lucas resulta la verdadera pluralidad de la radio española?

¡No! ¡Todas las cosas son mucho más sencillas! Nosotros no aspiramos a ser lo nada de la radio española, y sé que Carlos también lo entiende así. Nosotros somos dos profesionales que tenemos la oportunidad de hacer una radio que nos gusta y que podemos contar lo que creemos que podemos contar. No hay más que escuchar todo lo que hemos hecho desde el pasado 8 de abril para entender que aquí hay voluntad de hacer periodismo de verdad.

Nosotros no aspiramos a ser marca o referentes de algo. Aspiramos a hacer una buena radio, que nuestros oyentes interactúen con nosotros, que cada vez seamos más de uno. El nombre del programa juega con la idea de que es un programa con dos presentadores, y con la ambición de que queremos ser cada vez más en esta liturgia diaria de la radio.

¿Qué cree que pensarán de usted estos días en Moncloa?

No lo había pensando, pero no creo que les preocupe demasiado lo que yo haga. Hubo gente que sí parecía estar preocupada cuando estaba en Radio Nacional, pero ahora no tengo esa percepción. Francamente, y no es falsa modestia, no creo que esa preocupación tenga el más mínimo hueco en Moncloa.

¿Usted sería la radio perfecta del 15-M?

Yo fui la radio del sistema ante el 15-M, y así se me percibió. Dos días después del 15-M, gracias a las intervenciones de los oyentes, fui el tipo que aprendió y entendió que aquello era algo más que una revuelta temporal. La radio me sirvió para entenderlo. Cuando digo lo de la radio del sistema, no es porque yo lo sintiera, porque eso no lo sentí nunca, porque cuando hacía radio pública tenía la auténtica percepción de que estábamos haciendo radio de verdad para los ciudadanos, pero con el 15-M me di cuenta de que muchos ciudadanos nos tenían por parte del sistema, algo que me hizo reflexionar, sobre mi propia posición, y sobre el papel de una radio pública ante las cosas que iban a empezar a cambiar.


Pepa Bueno hace compatible la radio con la tele. ¿Se ve usted con fuerzas de compaginar dos monstruos?

Un tipo que hace un maratón, aunque sea en cinco horas, se ve fuerte en casi todos los ámbitos.

¿Por qué la radio le ha tratado tan bien, y la televisión, menos bien?

Es una pregunta que nunca me han hecho, y que cuando yo me la hago, no encuentro respuesta. Seguramente, porque no he dado en la tele con el formato adecuado en el que me pueda sentir mejor, aunque también puede tener que ver con las costumbres de las audiencias de televisión en España. En En noches como esta, un programa de entrevistas que hice en TVE, me sentí muy a gusto, pero no funcionó… No sé si es que  los formatos que he hecho no son los de éxito, o si es que la tele no me quiere, nunca se sabe… Dice Arturo Pérez Reverte que el escritor no es el que crea los personajes, sino que son los personajes los que se adueñan del autor. Yo creo que, en el caso de la tele, por mucho que yo haga, si la gente no me quiere… A mí me gusta la televisión, pero puede ser que no sea lo mío…

¿Puede tener algo que ver con la estabilidad? A usted le dan cinco años, y sus programas cuajan bien…

No sé. Puede ser. Quizás el tiempo es clave, sí. Para consolidar un producto de comunicación, a veces hace falta que cuaje con tiempo. Seguro que hay más razones, pero puede ser una importante.

¿Le queda algún colaborador por aterrizar en el programa?

En principio, no. A muchos de mis colaboradores en otros programas los he conocido por ahí, así que siempre puede aparecer alguien.

Lucas, periodista comprometido con las causas sociales. ¿Echa en falta más compromiso activo de sus colegas?

Sí, siempre. De la ciudadanía en general. Hay gente que tendría una capacidad enorme para mover conciencias, pero no quiere, o no puede, o no sabe cómo hacerlo… Pero sí, sería necesaria una mayor toma de conciencia por parte de compañeros y, sobre todo, de la gente que tiene proyección pública, de la gente popular.

¿No cree que se hace mejor periodismo cuando se está dentro del bollo, y no siempre dentro de la pecera?

El periodismo es una profesión que se hace en la calle, claramente. Tienes que contar lo que pasa en la calle. Después, aquí lo que haces es presentar en bandeja un producto cocinado, o terminar de cocinarlo. No distinguiría. Como principio, el periodismo está en la calle, pero es verdad que entrevistar, comunicar, contar, conversar… desde una pecera, también es periodismo. Yo reivindico ese valor del periodista radiofónico y televisivo, en la medida en que ejerce el periodismo. No hablo del mero locutor. Yo he hecho mucha calle. Además, la radio en directo tiene mucho de calle, porque interactúas mucho con los oyentes.

Un mes después de emprender esta nueva aventura, ¿cómo ve la cosa?

Hay mucho que mejorar. El programa está muy bien encarrilado desde primera hora de la mañana por Carlos, que es un magnífico profesional: marca la actualidad de una manera clarísima. Sus entrevistas son elementos de referencia informativa. Tiene un tino y un tono excepcional que marca mucho el carácter del programa. Intentamos poner el acento en la participación de los oyentes y en la ampliación de temas que se han comentado a primera hora de la mañana. Creo que hemos entrado en una línea correcta, pero entiendo que en el contenido de la parte que a mí me corresponde todavía hay ajustes que hacer y mucho camino que recorrer. Casi nunca me conformo con lo que estoy haciendo, ni me siento a contemplar la hermosura de mis obras… Nunca he encontrado perfecto nada de lo que hago.

¿Qué ha aprendido de Carlos Alsina en estos primeros días de trabajo conjunto?

Muchas cosas, más de la que esperaba. Es un tipo que a cualquier periodista inquieto le muestra cosas que no había visto. Si eres capaz de escuchar a Carlos Alsina con espíritu autocrítico, se aprende mucho, como se aprende al escuchar a Julia Otero, a Carlos Herrera, o en su día, a Iñaki Gabilondo, y a Luis del Olmo. Carlos tiene una capacidad y una ironía que me parece envidiable.

¿Se siente más a gusto en una radio que no sea pública?

No. Me da igual. Bueno, también es verdad que yo he estado en una radio pública en la que podía ejercer la libertad absoluta, porque hacía una radio profesional. La comparación, en ese sentido, no existe. Aquí me siento igual que en la pública.

REBOBINANDO

Carlos Alsina y Juan Ramón Lucas no van de sesión magistral, y sin embargo, esta entrevista al alimón demuestra que los dos pueden ser una lección de Periodismo. En individual, y por equipos. En el país de los bandos, el que no se escora es el rey del oficio.

Carlos Alsina es irónico pero no es cínico. Si se le conociera más, muchos españoles le pondrían en su top ten de gente-maja-con-quien-tomarse-una-caña... Esas encuestas que, si las hiciera el CIS, destrozarían gobiernos… A Juan Ramón se le conoce más, y esas cañas están ahí. Vivas.

Juan Ramón y Carlos son dos vocaciones profesionales radioactivas.

Los dos juntos (y por separado) lideran el periodismo radiofónico sin barricadas. Carlos es capitán de un ejército de tertulianos tranquilos donde se forjan periodistas señalados para el futuro. Director de una orquesta culta y amable. Juan Ramón es la radio vintage que acompaña sin alterar la presión sanguínea de los oyentes. Como antes.

Los dos (juntos, y separados) hacen radio costumbrista, pero del tiempo. Una radio que gusta, aunque los centros no sean muy de la España nuestra de cada día. Por contraposición a esa radio ideologizada que acalora a los conductores en los atascos, algunos médicos ya prescriben un ratito de Alsina y Lucas. Para reírse de lo relativo. Incluso para reírse de sí mismos. Y eso que los dos son informadores antes que taumaturgos sociales...

Díganme dos periodistas así, de relumbrón, que no sean la sal de todos los platos. Díganme nombres de periodistas así, exitosamente sencillos, o sencillamente exitosos, que hablen mal de sí mismos, sin afectación, y subrayen lo mejor de todos los que le rodean. Díganme esos nombres… Y luego, hablamos…

Con permiso de la España de las tensiones: Más de uno.

Con permiso de las estrellitas de los medios: dos personas, dos profesionales. Dos en uno, pero cada uno con su peso específico propio.

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