GUSTAVO ENTRALA, fundador de 101, agencia especializada en estrategia digital

“Los medios de comunicación en España son bastante inmovilistas. La frescura americana por innovar, probar y lanzarse yo aquí no la veo”

Fue el pájaro azul que voló sobre el nido del Vaticano para que Benedicto XVI se lanzara a la red. Ha sido el alquimista de fondo detrás de la campaña tuitera de El Español. Ve a Pedro J. como un oasis en un panorama de medios quieto, lento. Echa en falta a ZP, y a Albert Rivera en naranja integral. Las campañas electorales y los políticos le parecen grises, aunque ve el morado de Podemos con otros ojos. No lee en papel ni los prospectos. La prensa, sólo si arriesga. La radio, el medio para invertir. La TV, a la carta. El español 3.0 cree que el móvil justifica los medios…

Gustavo Entrala anima a dejar de leer libros de gurús y ponerse a experimentar cosas: probar; trabajar; lanzarse.
Gustavo Entrala anima a dejar de leer libros de gurús y ponerse a experimentar cosas: probar; trabajar; lanzarse.


Abrir documento en blanco. Gustavo Entrala trabaja en un bosque de ideas, a la sombra de un árbol regado con el sudor de su frente, y la de todos sus compañeros. Pero él, primero. No es un gurú, ni un profeta. Él también pisa newbalances en esta selva. El prestigio profesional es un globo desde el que se ven las cosas desde arriba y sin tonterías políticamente correctas. Mucho más práctico.

Realismo granadino. De la Alhambra, al alambre de la comunicación puntera. En 2001 puso la semilla de 101, una agencia especializada en estrategia digital, y tal. Mátrix, de fondo. Unos y ceros. Y horas.

Una mañana de Pasión, nos recibe en su garaje de regreso al futuro. No hace falta salir de la Prosperidad para encontrar en el barrio el camino hacia Silicon Valley.

Hasta arriba de trabajo. Hasta el fondo de ideas. Post-it de colores. No es Walt Disney. Esto una fábrica y él es un peón sentado discretamente en medio.

Periodista antes que CEO. Periodismo. Marcas. Como para perdernos por sus ramas. 55 minutos bordando con pixeles. Claramente, conoce el paño.

REC.

¿Usted sigue leyendo en papel?

No. Nada.

El Español. Un periódico convertido en un caso de éxito antes de nacer. ¿Las redes sociales resucitarán el periodismo como negocio?

 

Sólo si el modelo de negocio de los periódicos cambia, porque ahora mismo, basándose sólo en los ingresos de la publicidad, ningún medio en internet puede ser rentable si no tiene mucho tráfico, fuentes de ingresos alternativas, como eventos o publicaciones que después se ponen a la venta, libros de actualidad, conferencias… O si incorpora el cobro a los lectores, que también puede funcionar bien.

¿Y resucitará el periodismo cómo profesión? Hay quien dice que el periodismo ciudadano nos come la tostada…

Para mí las redes sociales no son más que un canal de difusión. No son un ente autónomo. Tienen una vertiente de consumo y difusión de contenidos, y otra que es de diálogo entre los consumidores. Se han convertido en un cauce importante, pero no es determinante. Si miramos el tráfico de los medios de comunicación clásicos, hasta ahora sólo hay un 30% de la  audiencia que llegan a través de las redes sociales. Son sólo un cauce de distribución.

Me parece mucho más transformador para un medio el uso del móvil. Al tenerlo siempre disponible y poder acudir a él todas las veces que queramos, el uso informativo del móvil sí que va a generar un nuevo modelo de consumo de noticias que será revitalizador para el negocio del periodismo.

Ahora se impone un modelo de profesión que lidera el periodista como freelance, que trabaja para varias cabeceras, y cuyos ingresos están vinculados a la fidelización y al tráfico que es capaz de general. El icono más interesante de este modelo de profesión que yo conozco es Forbes.com, que tiene una redacción federal llena de periodistas y blogueros que en función del tráfico que generan, perciben un variable. Hay un redactor de la revista que cobra un millón de dólares. Claramente, por ahí van los tiros.

¿Qué ha visto con el caso de El Español en Twitter? ¿Hay ganas en la red de causas grandes, de participar en proyectos con futuro?

Pues lo que he visto, en concreto, es cómo había cultivado las redes sociales, específicamente Twitter, una persona especial con el carisma que tiene Pedro J. Ramírez, con una trayectoria profesional que le acredita como un profesional independiente. Se nota que Pedro J., que se entusiasmó desde que conoció Twitter en marzo de 2011, tiene un tirón único en esa red social dentro del periodismo español, porque es una estrella.

Twitter tiene dos particularidades que han venido muy al caso del éxito de la campaña de El Español: por una parte, todos los periodistas están en Twitter y eso hace que mueva mucha más información y más contenidos que Facebook. En segundo lugar, que es un lugar en el que la gente que está, está muy movilizada. Facebook es más popular. En Twitter sí hay movilización: en esta red surge Podemos, o la campaña de Pablo Herreros contra La Noria… La mayoría de las personas que utilizan Twitter están ahí para hacer cosas, y casi todas las mentes despiertas y activas están.

En el caso de El Español se han juntado la personalidad de Pedro J., su dominio del medio, y el gran interés informativo que se observa en Twitter, un interés relacionado con el protagonismo masivo por querer cambiar las cosas. La combinación de estos factores ha hecho que nadie pudiera predecir el éxito de la campaña de financiación colectiva de El Español. No creo que lo que ha ocurrido lo pueda hacer cualquiera, aunque exista este precedente. Era el momento, la persona, la situación política del país… Nuestro trabajo, al final, ha sido sólo ampliar los cauces de difusión a un medio que nacía con mucha potencia por sí mismo.   

¿Lo de la eñe no es un freno para un proyecto nacido en y para internet?

No creo. Eso es algo que nos importa a los puristas de internet, pero que no interesa al público general. Además, la mayoría de la gente accede a los medios de comunicación y a cualquier web a través del buscador, y ahí no tendrá ningún problema con la eñe.

¿Cree usted que Pedro J. ha vendido El Español como podía haber vendido una colección de tirantes de colores?

No. Su relevancia es periodística. No es un Justin Bieber que pueda vender cualquier producto, sino una persona que tiene credibilidad en un ámbito muy concreto.

Después de estos meses de trabajo, ¿qué le ha llamado la atención del Pedro J. periodista?

Me sorprende que alguien que podía estar viviendo en Ibiza tranquilamente disfrutando de su dinero y de su familia esté tan activo, tenga esa velocidad de reacción a las cosas, y esa capacidad de atraer talento, porque está fichando a gente bastante brillante que es la próxima generación de periodistas españoles importantes. Se está quedando con todos.

Un medio de comunicación que no apueste de verdad por internet, ¿a qué juega?

Existe algún ejemplo muy peculiar de publicaciones que han preferido ser sólo en papel, como la revista inglesa Monocle, y juega a eso: a ser un producto de mucha calidad que sólo se compra en formato físico. Pero son casos especiales que confirman la regla general.

La cuestión es que están desapareciendo los kioscos. Cada día que pasa, se cierra uno. Yo no tengo ninguno a menos de 500 metros de casa, y antes tenía 4. Esa es la realidad. Vender un producto en papel es muy difícil, como confirman los datos de la OJD. El papel sufre una caída continua que, además, se va a acelerar.

¿Y las webs de las cabeceras clásicas de España están a la altura de estas circunstancias?

Nadie ha hecho un producto móvil interesante en España. Al final, los sectores profesionales son muy inerciales: se sigue titulando igual, se siguen haciendo de la misma manera los reportajes de texto… Se nota que falta mucha experimentación en los medios. Y falta creatividad de manera muy notoria. Faltan recursos para poder tener a personas jóvenes y a personas maduras trabajando en las redacciones que consigan el equilibrio ideal entre creatividad, tecnología y contenidos. Aquí no se ve a nadie que haga lo que ya hace el New York Times, que tiene un laboratorio de ideas nuevas e interesantes, y que está innovando constantemente con productos editoriales para el móvil con recorrido.

Sinceramente, me parece que ningún medio español está innovando de un modo destacado.

Es decir: no estamos en la prehistoria digital, pero tampoco estamos rompiendo el mercado…

No. Las empresas periodísticas tienen una gran dificultad para reinventarse todos los días, quizás por culpa de sus estructuras económicas. En seguida los periodistas entran en una rutina: si me funcionó esto una vez, entonces ya voy a repetir la fórmula constantemente. En Estados Unidos, BuzzFeed ha revolucionado totalmente el consumo de medios, porque lo que tiene son gente que maneja información de una forma muy creativa, y que trabaja en el grado de contagio que puede generar una noticia, una fotografía, un vídeo… Es un medio muy ligero en sus contenidos, por otra parte, porque saben que hay botones que si los pinchas, generan tráfico, pero toda esa filosofía la están aplicando cada vez más a un periodismo riguroso, fichando a profesionales de prestigio.

Los medios de comunicación en España son bastante inmovilistas. Esa frescura americana yo aquí no la veo.

¿Puede un director de papel dirigir un medio de comunicación 2.0?

Si es muy creativo y tiene un buen equipo alrededor, ¿por qué no? Pero faltan las estructuras. La cuestión es que necesitamos un periodismo y unos periodistas de nuevo cuño, revitalizado en torno a gente que piense de forma diferente y que actúe de otra manera, que ensaya, que experimenta… A veces las redacciones son muy conservadoras…

Entiendo que existen muchos problemas de recursos humanos en las empresas de comunicación. Los medios nacionales se han llenado de becarios, se ha despedido a mucha gente buena, y se han convertido en factorías de contenidos en los que vemos todos los días que falta calidad y profundidad. El sector está en un momento muy complejo, pero precisamente por eso, es el momento de lanzar iniciativas interesantes.

¿Y la radio?

La radio está fenomenal, en un momento esplendoroso. Es, quizás, el medio que menos ha sufrido las transformaciones que ha provocado internet. Si observamos la televisión, vemos que sigue teniendo mucha facturación publicitaria y mucha audiencia –aunque también hay que hacer un acto de fe para creerse los estudios sobre consumo de televisión-, pero también contemplamos que hay generaciones nuevas que ya no consumen televisión. Ven lo que buscan en You Tube, o en el teléfono móvil a través de descargas…

Sin embargo, la radio sigue cumpliendo funciones a las que internet no puede llegar. Es un medio de compañía que genera una fidelidad altísima entre sus consumidores. Su actualización se centra en que el consumo en radio se está redirigiendo al móvil, y allí sus audiencias siguen siendo muy importantes.

La radio es el medio más seguro para invertir. Tiene un alto poder de convocatoria y de movilización simultánea, por eso todas las campañas que unen radio con redes sociales  funcionan tan bien.

¿Qué debe aprender el periodismo de las grandes marcas?

Tiene que aprender a pensar mucho más en la audiencia. Igual que las marcas investigan a su público, salen a la calle, miran cómo se consume… El periodismo es una profesión que tiende a la endogamia. Es una profesión muy encerrada en sí misma. Los criterios relativos al marketing o a la investigación del producto han parecido, tradicionalmente, algo muy ajeno a la actividad del periodista. Sinceramente, creo que el gran reto es volver a dialogar con la audiencia y descubrir allí miles de posibilidades, nuevos nichos de mercado y nuevos nichos de producto, para asegurarnos de que lo que hacemos tiene de verdad interés para ellos.

Muchas veces los productos periodísticos no son productos de demanda. Son, simplemente, el fruto de un grupo de gente que se junta, decide qué cuenta, Nacional, Internacional, Cultura… y se repiten una y otra vez con las mismas fórmulas de siempre.

Las grandes marcas son un ejemplo de todo eso, también porque es un mercado mucho más competitivo. También tienen una identidad muy fuerte, y a veces las marcas periodísticas no han cultivado esa identidad. Ahora, con internet, eso es aún más difícil, porque los lectores son más promiscuos, y leen un poco de medios diferentes. La identidad de marca en el periodismo digital no está muy clara. La gente dice “he leído tal cosa en internet”, pero no dice en qué periódico exactamente… Ahí se podría trabajar mucho y muy bien.

¿La marca personal es una pijada, o es el nuevo currículum del siglo XXI?

Sí. Totalmente. Es una pijada absoluta. No creo en la marca personal como un atributo que se pueda modificar en cuatro días y que tenga credibilidad. Hace falta que la gente se entere de que uno está haciendo cosas y qué hace para ubicarse en el mercado, pero el secreto para acertar está en hacer cosas, más que en contarlas todas. Ahí ha habido una inflación enorme de autobombo y de vanidad que me molesta profundamente. Creo en el prestigio profesional como herramienta de verdadera atracción, que muchas veces requiere trabajar bien de manera oculta. Lo de la marca personal me parece que está pasado de moda, y que forma parte del humo del coaching y esas cosas que ya no tienen mucho futuro.

¿Qué diferencia hay entre vivir en las redes sociales y vivir de las redes sociales?

Vivir de las redes sociales es algo que, en sentido estricto, sólo hacen Facebook, Twitter, Instagram… Es un negocio de las propias redes más que de personas concretas. Vivir de las redes sociales ha tenido su momento, pero ese momento está llegando a su fin, porque se está viendo que lo relevante para trabajar en comunicación es el contenido, la creatividad, y saber presentar las cosas. Las redes sociales se han consolidado, tienen un lenguaje que ya conocemos todos, por eso, tener una persona especialista en redes sociales a mí ya me parece una cuestión antediluviana… No es una ciencia que requiera estudiar cinco años, sino un trabajo concreto que se aprende muy rápido.

Vivir en las redes sociales… ¡No sé quién vive en las redes sociales estrictamente! No creo que sea posible, la verdad. Son un canal de distribución, te ayuda a testar si las cosas tienen interés, pero no veo las redes sociales como un mundo aparte, ya son otro elemento más de la vida misma.

¿Pagaremos el haber desembarcado en el 2.0 como catetos en Nueva York?

Un cateto en Nueva York sería alguien que ha sobredimensionado la importancia de las redes sociales. Hay personas de entre 55 y 65 años que te hablan de Twitter o Facebook como si fueran el arcano del futuro o de la verdadera revolución social, y tengo comprobado que cuando una persona habla así de una tecnología es que no la conoce… Me sorprenden los que sobredimensionan las redes, pero también me llaman la atención los que no quieren estar en ellas, porque la ven como una serpiente venenosa.

El consumidor más joven hoy está aquí y mañana allí. Las redes sociales son un terreno consolidado, pero a la vez tienen su propia dinámica de cambio… Pero creo que hay que dejar de hablar ya de las redes sociales, y volver a poner en primer lugar los contenidos y las ideas.

¿Las redes sociales han servido para que aflore el talento?

Sí, pero no sólo las redes sociales, sino internet. Han hecho que aflore el talento personal de mucha gente, pero ese talento, si no se profesionaliza, no puede sustituir al talento real. Internet puede ser un altavoz de sus dotes, pero de ahí hasta llegar al entorno profesional quedan todavía unos cuantos pasos por dar. No es lo mismo un aficionado a tocar la guitarra que Eric Clapton, que toca todos los días 8 horas…

En años electorales, ¿no ve muy falsas las campañas políticas que colapsan las redes?

Sí. La sociedad digital es mucho más exigente en algunas facetas. Antes había cosas ocultas, y ahora las conocemos todos. Además, tenemos una piel más sensible a la verdad y a la transparencia. Los críticos con los partidos antes se veían más aislados, pero ahora se ven formando parte de una verdad más compartida. En internet es muy fácil contarlo todo, y el nivel de escrutinio es más elevado que hace más de diez años.


¿Cuál sería su consejo a un candidato anónimo de un partido anónimo para que, por ejemplo, sea eficaz en Twitter?

No es fácil, porque depende mucho de la persona… Por ejemplo, si fuera un candidato vehemente y visceral, quizás le recomendaría que no pisara Twitter… A un político, en general, le diría que… lo tiene muy difícil…

De lo que hay, me gusta la frescura que tiene Albert Rivera, que le saca punta a las cosas de manera muy rápida. Me gusta la valentía de algunos que a veces contradicen a sus partidos políticos, cosa que es muy sana, porque no resulta creíble que todo el mundo esté de acuerdo con todo lo que el partido hace y dice en todo momento… Me gustan algunos alcaldes y políticos más locales que están presentes en Twitter y utilizan la red como servicio a la gente para solucionar los problemas concretos.

Junto a la presencia del político en Twitter, promovería su presencia en la calle, que es una cosa que se ha perdido, y para mí es una muestra de que se han olvidado del contacto real con los votantes.

¿No tiene la impresión de que los políticos aprovechan las redes sociales para disparar promesas, consignas y argumentarios, pero no para dialogar?

El problema profundo es que los políticos, en estos momentos, son actores. Toda la política es un teatro donde se representan unos papeles. Todos sabemos que los dos partidos grandes se dicen cosas increíbles, pero después están pactando, y además, en el fondo, están de acuerdo en muchísimas cosas… La mediatización de la política ha hecho que se convierta en un espectáculo. El problema no es de Twitter, sino mucho más profundo: la falta universal de credibilidad en ese sector.

Por otra parte, me parecen ridículos esos políticos que dialogan demasiado y hasta te dejan su teléfono móvil para que converses con él a través de Whatsapp. Es mucho más interesante que un político se reúna con gente de sectores concretos para entender sus problemas, que se reúna con esas familias cuyos miembros están todos en paro para saber qué está pasando ahí… Menos diálogo mediático, y más diálogo real, esa sería mi propuesta.

De todas formas, lo del diálogo a través de las redes sociales está un poco mitificado. Ningún personaje público tiene tiempo para responder a todos los mensajes que le llegan. Además, el medio en sí tiene también muchas dificultades para conversar adecuadamente en un plano de igualdad. Me parece una forma de diálogo excelsa que haya actuaciones reales motivadas por peticiones o sugerencias enviadas a través de Twitter.

Más allá de las redes sociales, en la vida misma, ¿son aburridas las campañas electorales a propósito?

Eso lo ve cualquiera. Si te encuentras a alguien que vaya a un mitin de forma voluntaria, me lo cuentas. Quizás Podemos sea un partido con mucha movilización real.

Las campañas son un argumento para salir en los medios, y específicamente en la televisión. Nos podíamos ahorrar bastante dinero y tiempo centrando la campaña en varios debates televisivos…

El mitin es una fórmula bastante antigua, y a la vez hay fórmulas antiguas que yo rescataría, y que no se hacen en España, como los town halls, en los que los políticos –desde el presidente o el senador candidato, o quien sea- se reúne con los vecinos de un barrio o de un pueblo y la gente de la calle es la que lleva la voz cantante. No sé si en España se podría hacer eso, porque somos tan vehementes al expresar nuestras opiniones…

Por otra parte, tengo la impresión de que los políticos siempre están en campaña. No es verdad que haya campañas concretas. Lo que me parece evidente es que falta mucha creatividad. Las campañas electorales en España son grises. La idea de ZP fue extraordinaria en su día, y lo de la ceja, también, aunque al final le salió un poco trabucada al PSOE. La campaña que hizo Albert Rivera cuando nació Ciudadanos también fue muy transgresora… Sí. Falta creatividad, en el fondo, porque falta credibilidad en los candidatos, y en la política, en general.

El bipartidismo está de capa caída en la opinión pública, aunque después Andalucía ha votado mayoritariamente PSOE o PP… ¿Qué le diría a ambos partidos para entrar en el siglo XXI de una vez?

Democracia interna. Romper la disciplina de partido. Rotación: cargos públicos, incluidos los diputados, que no puedan permanecer en sus puestos más de 8 años… Hay que desprofesionalizar un poco la política en España y liberalizar el sector…

¿Qué tiene internet de Pablo Iglesias?

Es joven. Es inteligente. Tiene recursos para debatir. Su propuesta tiene muy dentro al ciudadano. Expresa ideas en pocas palabras con bastante eficacia. Y poco más...

Usted, que tiene olfato para ver por dónde van los tiros, ¿cree que Podemos cuajará?

Podemos ha cuajado ya. No ha habido nunca en ningún país un movimiento político que haya crecido como Podemos en tan poco tiempo. Lo que no sabemos es la dimensión final que tendrá. Como decía el otro día Gaspar Llamazares en La Sexta, no sé en qué punto del terremoto estamos. Es encomiable lo que han conseguido capitalizando la queja social de esa manera, y consiguiendo 15 diputados en Andalucía, y además sin ayuda de la publicidad…  Han tenido buena estrategia y muy buena comunicación. Les ha funcionado la autenticidad en un momento histórico muy especial que no sé si se volverá a repetir.

Lo que parece claro es que el azul y el rojo han pasado de moda, y ahora los colores que se llevan en la nueva temporada son el morado, el naranja, el magenta…

Sí, pero hay que ver, porque hasta que no lleguen las elecciones generales no hay mapas de colores definitivos. Debemos distinguir entre el calentón temporal y la continuidad de un candidato. En Estados Unidos se han desinflado muchos candidatos que parecían llamados a revolucionar el panorama político. No sé en qué momento del cambio estamos en España, pero lo que parece claro es que la gente quiere otra cosa, porque está muy quemada.

¿Le parece apropiado movilizar la marca España?

Me parece un tema muy delicado. No me gusta lo que hacen los políticos con el concepto de la marca España, porque al final es una herramienta de propaganda, en gran medida. Es un tema que veo un poco pasado. En general, los políticos, cuando cogen una cosa, la estropean… Yo, ahora mismo, no sé lo que es la marca España…

¿El marketing que ha transformado a Hanna Montana en Miley Cirius ha perdido el alma?

Sobre todo, es demasiado previsible, aunque desgraciadamente funcione… porque ha funcionado… Lo que hace Disney con sus artistas, que primero son almas de Dios y después se convierten en los seres más pornificados del planeta funciona, pero en el corto plazo, porque acaba cansando. Disfrutan de audiencias pasajeras. Ha pasado también con Abercrombie & Fitch, que ha basado toda su publicidad en el hedonismo, y ya hay síntomas de agotamiento. El problema de centrar todo el marketing en el reclamo erótico vende a corto plazo, pero tengo mis dudas sobre su éxito estable. Yo, al menos, no me encuentro cómodo haciendo eso.

Usted que ha hecho marcas y ha construido famas: ¿Entiende la erótica de querer estar siempre en todas partes?

Recibir mucha atención puede ser adictivo para algunas personas. Admiro mucho a los futbolistas que con 20 años se convierten en estrellas mundiales y que consiguen tener una vida equilibrada. He visto, con personas con las que hemos trabajado, que ser famoso es un chute tal de adrenalina que es muy fácil descentrarse, porque recibir tanta atención no es real. Es posible que el famoso traduzca su fama en verse como una persona muy querida y ser muy genial, y la fama tiene una gran capacidad de destrozar, como ocurre con muchos mitos a los que se les va la cabeza. Por ejemplo: sabemos que lo que una fan siente por un artista cambiará radicalmente cuando cumpla 18 años. No es un afecto que surja de conocer a la persona realmente.

Es difícil ser famoso, ser joven, y ser una persona equilibrada. Admiro profundamente a los que lo consiguen.

¿Le ha dado alas trabajar para el Papa?

No. Ha sido algo muy satisfactorio desde el punto de vista personal y profesional, y hubo un tiempo en el que tuvimos más atención mediática de la que deberíamos tener, pero no. Es un reto pasado. Seguimos trabajando con el Vaticano, pero estamos mirando al futuro y encontrando historias chulas y clientes con los que se puedan trabajar grandes proyectos, aunque no sean el Papa…

¿Qué es un gurú?

No lo sé.

¿Y sobran?

Más que seguir leyendo libros de gurús, hay que experimentar cosas. Probar. Trabajar. Lanzarse. No hay aprendizaje más profundo que el que uno adquiere haciendo cosas y pegándose tortas.  Hoy todo es imprevisible y las profecías ajenas tienen poco sentido.

Guardar como “EnPauseConGustavoEntralaECD.doc”.

REBOBINANDO

La receta de Gustavo Entrala está clara. Reflexión. Reacción. Acción. Repercusión. ON. Ya lo dijo Macaco a su modo. Desde luego, si los medios de comunicación españoles quieren dejar de llorar a sus muertos, tienen que encender la mecha en vez de incendiar de desidia el presente. Innovar. Probar. Fallar. Acertar. La duda ante el futuro ha paralizado la prensa española durante demasiado tiempo. Y hay razones para entender que morimos porque queremos.

Con El Español, Entrala ha visto más de cerca que hay un mundo sin barreras. La publicidad y el trabajo de las grandes marcas le han permitido ver hasta dónde llegan los que se creen sus productos.

De Nicole Kidman a los Mojinos Escozios. De la Santa Sede al espiritualismo de Tanqueray. Del Financial Times punto com, a COPE, pasando por el internet de lo que fue Recoletos. Y Yahoo. Sumando todas esas posibilidades sale un delantero de futuro sobre el terreno de juego con hambre de gol.

Viendo lo que hacen los que venden, Entrala recomienda pensar, antes que escribir; analizar, antes que dar por hecho; relativizar todos los procedimientos, antes de hablar ex cátedra; pensar en las audiencias, antes de seguir contemplando el ombligo de una profesión estáticamente autocomplaciente. Y perder ese miedo al fracaso que tienen las estrellas vanidosas y que perdieron los ingenuos emprendedores antes de volar. Casi nada.

Ni claims. Ni fosforitos. Ni tipografías. O mejor dicho: claims, fosforitos y tipografías, pero antes, contenidos. Ideas. En publicidad. periodismo. En política. En vida.

Su bio reza: “Verdad. Creatividad. Credibilidad. Ma-trinomio feliz. El marketing no es un disfraz”.

Stop.

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