“¡Esconded al perro!”. Las peripecias de una patrulla de la Guardia Civil para evitar un encontronazo con la Policía durante un dispositivo de seguridad
El dispositivo de seguridad realizado por la Guardia Civil en la residencia de un alto cargo del Gobierno en Ferrol ha provocado un serio quebradero de cabeza a los agentes que formaban la unidad de protección. Recibieron una insólita orden por parte de la comandancia de La Coruña: esconder al perro de la Unidad Canina de Detección de Explosivos.
Según le cuentan a El Chivato, las tareas de vigilancia y seguridad correspondían a la Policía Nacional, ya que el municipio coruñés está dentro de su demarcación. Sin embargo, la orden que se transmitió desde Madrid es que esa labor la debía realizar la Guardia Civil.
Como consecuencia, los agentes se tuvieron que enfrentar a diario a una situación un tanto surrealista. Cada jornada, oculto en una furgoneta, llegaba a la zona de protección un perro de la Unidad Canina. Su misión: el rastreo de explosivos en las proximidades y en la propia finca del alto cargo.
El plan exigía un despliegue algo complejo para asegurar absoluta discreción: el animal era transportado dentro de una pequeña jaula, desde la base de Oleiros a Ferrol. El perro estaba sin poder moverse 35 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.
Además, como había que evitar que alguien pudiera avistar al perro, se esperaba a que nadie pasara por la inmediaciones para poder soltarlo. Tanto ajetreo llegó a afectar al pobre animal, que se mostraba en su cometido más desorientado y cansado de lo habitual.
Pese a lo complejo de la situación, todo salió a plena satisfacción. Los agentes de la unidad de vigilancia calificaron de éxito el operativo y, lo que era más importante, se evitó un conflicto de competencias con la Policía.
