Primero, Gallardón; ahora, César Antonio Molina: el Tribunal Constitucional se queda también sin las “cariátides”

Siendo presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga planteó al Ejecutivo la conveniencia de que la institución contara con un edificio noble, representativo de tan alta institución. Y La Moncloa le prometió la antigua sede de Correos, en la Plaza de Cibeles.   Cuando todo parecía resuelto, se cruzó por medio Alberto Ruiz Gallardón, que solicitó, por favor, que el inmueble de Correos se lo adjudicaran a él, para situar allí la Alcaldía de la capital. Y José María Aznar aceptó.   Para contentar al presidente del TC, se le ofreció como alternativa, en lugar de Correos, la que fuera sede del Banco Central, muy cerca de Cibeles, en plena calle de Alcalá. Es conocido como el edificio “de las cariátides”, por las columnas con figura humana que adornan su fachada. Pero tampoco en este caso se ha cumplido la promesa.   Ayer, los Reyes inauguraban, con toda solemnidad, ese inmueble convertido en nueva sede del Instituto Cervantes, ante la sonrisa complacida del director, César Antonio Molina. Y en la que fuera cámara acorazada del Banco Central se creará un depósito de manuscritos de poetas y novelistas españoles.

 

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