Las “desgracias” de Zapatero en las cumbres internacionales: ahora, en Francia

No suele tener suerte el presidente del Gobierno en materia de reuniones internacionales. A veces porque se queda aislado y sin hablar con nadie, otras porque se vuelve antes.

No suele tener suerte el presidente del Gobierno en materia de reuniones internacionales. A veces porque se queda aislado y sin hablar con nadie, otras porque se vuelve antes. Y lo peor suele ocurrir en las cumbres bilaterales. Bien se recuerda aquella ausencia suya a una cita con Polonia, porque estaba cansado del Pleno del Congreso, un desplante que tan mal cayó al Gobierno polaco.

La cumbre de ayer con Francia tampoco ha sido un camino de rosas. Para empezar, el presidente español llegó media hora tarde a la cita con Chirac en el Elíseo, y sabido es que el francés no lleva nada bien este tipo de desconsideraciones.

Además, Zapatero no pudo llevar consigo a los presidentes de las regiones limítrofes con Francia, es decir, de Navarra, Aragón y Cataluña. El motivo es que los franceses no aceptan este tipo de “invitados”, porque consideran que se trata de una interlocución de nivel nacional. Así que el presidente del Gobierno no ha podido cumplir una promesa suya: que las autonomías asistan a reuniones internacionales que les conciernen.

De todas formas, tampoco los presidentes autonómicos estaban demasiado animados a acudir, por el precedente de la anterior cumbre hispano-francesa, celebrada en España. En esa primera vez que estuvieron, fueron en realidad invitados de piedra: pudieron estar con Zapatero seis minutos. Ahí quedó todo.

 

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