En lugar de funerales, un “acto cívico” para despedir a Polanco, y algunos fallos en su organización

No hay funerales por el fallecido presidente del Grupo Prisa. Solamente un “acto cívico”, el celebrado en el Círculo de Bellas Artes. Ningún acompañamiento religioso, y en su lugar música de Mozart, como tiene que ser dado el perfil “ideológico” de quienes subieron al escenario, incluido Alberto Ruiz Gallardón.

Allí se encontraba, lógicamente, el jesuita José María Martín Patino, la persona que “inventó” el nombre de “Jesús del Gran Poder” para el presidente del grupo de comunicación, y quien dirigió una oración fúnebre en el entierro de Polanco. Por cierto que de Polanco se cuenta que el final de su vida no estuvo tan alejado de lo religioso como se piensa. Aunque Martín Patino habría deseado que se celebrara también un funeral.

Significativa la presencia de Mariluz Barreiros y del jefe del Casa del Rey, Alberto Aza. Pero hubo fallos en la organización de la ceremonia en el Bellas Artes. El más grave, que no se calculó bien el número de asistentes, con lo que una buena parte de ellos, algunos de cierta importancia, se quedaron fuera de la sala. Y resultó muy pesado el parlamento de Emilio Lledó.

Otro problema, éste simplemente técnico, fue que las pantallas de televisión ubicadas en distintas dependencias del Círculo no funcionaban bien: no se oían las intervenciones de los oradores. Así que hubo personajes que decidieron abandonar sobre la marcha, alguno de ellos venido expresamente de fuera de Madrid.

 

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