Compañías eléctricas y políticos. Cuando me marcho de vacaciones dejo todo apagado y la factura asciende a más de 90 euros

El mes de agosto, coincidiendo con el periodo inhábil judicial, me voy a descansar a mi pueblo natal, Laguarres, en la Ribagorza altoaragonesa, dónde tengo casa biblioteca.

          Es el mes más feliz del año, pues aparte de reencontrarme con la familia y amigos de la infancia, que lo serán hasta la muerte, debido a las vacaciones gubernamentales y parlamentarias, se interrumpe la diarrea legislativa y reglamentaria que padecemos, lo que es muy de agradecer.

          Siempre he pensado que en España hace falta un partido de los estreñidos, que realmente somos mayoría. Y no solamente los sufridores del estreñimiento, sino las personas que desearíamos un adelgazamiento del Estado, de las Autonomías y de todos los prebostes que para justificar su paso por la política no se les ocurre otra cosa que sacar normas y normas, que no hay forma ni de leerse, y mucho menos de entenderlas, pues cada día se redacta peor.

          Al marchar de Zaragoza dejamos todos apagado y desconectado, a excepción del timbre de la puerta, para que parezca que hay alguien, y la nevera, para tener bebidas frescas cuándo volvamos, y algunos alimentos en el congelador.

          Pues bien, tras un mes ausente del piso, al recibir a primeros de septiembre la factura de la luz, pensé, en mi absoluta ingenuidad, que no iba a haber casi gasto, pero mi gozo en un pozo: 97,03 Euros. Prácticamente cien euros, por estar conectado, pues realmente no ha habido utilización o servicio eléctrico.

          Confiese que soy absolutamente incapaz de entender el recibo, y no será por falta de estudios, pues tengo tres carreras universitarias y varios postgrados. Es, sencillamente, ininteligible.               

Creo que algunas organizaciones de consumidores incluso organizan cursillos para explicarlo, que más que cursos tendrían que ser un máster universitario, dada la complicación del engendro. Complicación buscada a propósito, para poder robarnos más impunemente. Y con la amenaza, siempre, de cortarle el suministro, a las primeras de cambio, como no pagues religiosamente la factura, digo el robo.

          Luego miras la directiva de las compañías eléctricas y ver que en sus consejos de administración están prácticamente todos los ex presidentes del gobierno, ministros de industria –con competencias sobre el tema-, y la mayoría de los ex ministros. No me extraña. Hay que “agradecer” que se les permita robar a los millones de españoles que tenemos la desgracia de no poder fabricar nuestra propia energía eléctrica, y tenemos que morir al palo de las eléctricas.

          ¡Y luego les extrañará que la gente acabe votando a Podemos!

 

Ramiro Grau Morancho

Abogado, Profesor Universitario de Derecho y Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

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