A las autoridades consulares españolas en Cuba, más atentas en no molestar al régimen que en defender a sus conciudadanos

Aliviado por la generosidad de Chávez, Fidel Castro emprende ahora un proceso de re-estatalización de la economía y se siente con mayor inmunidad para el autoritarismo.

Aliviado por la generosidad de Chávez, Fidel Castro emprende ahora un proceso de re-estatalización de la economía y se siente con mayor inmunidad para el autoritarismo. En los últimos tiempos, diversos viajeros españoles, entre ellos políticos como el “popular” Jorge Moragas, han conocido la oscura arbitrariedad del régimen de Castro. Ayer escribía Carmen Gurruchaga en La Razón sobre otro atropello sufrido por una ciudadana española, Luz Madroño, miembro de Amnistía Internacional, afiliada al PSOE y sindicalista de UGT, considerada en la aduana de Cuba como “agente extranjera al servicio de la contrarrevolución”. Seguramente este no era el caso, pero siempre es bueno preguntarse por un asunto siempre doloroso en Exteriores como el qué hacemos exactamente en Cuba, además de encargarnos de su propaganda en Europa y enviarles a un embajador de corte también revolucionario. Más allá de las críticas generales, aún se recuerda el abandono que sufrió Moragas al que hay que añadir ahora el caso de Luz Madroño. Tal vez nuestras autoridades consulares se interesan más en no causar problemas al régimen que en defender los derechos de sus conciudadanos. Este es grave indicio si lo trasladamos a la política general. Guindilla amarga a la permisividad con los carceleros de la isla.

 

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