Agua: consecuencias de un problema no resuelto

No hay duda que la sequía está teniendo unas consecuencias inesperadas no sólo en la agricultura y en el servicio doméstico, sino también en la política obligando a decretos polémicos e insatisfactorios.

Pienso que la ministra Narbona se equivoca cuando dice que la decisión de trasvasar 82 hm3 a Levante es justa porque no ha satisfecho ni a unos ni a otros. Y es que los trasvases no gustan a nadie pero en condiciones climáticas como las nuestras son necesarios, lo que se ha de conseguir es que la distribución se justa.

Lo justo y lo necesario es que de una vez por todas se alcance un acuerdo, un pacto nacional del agua, que afronte el problema hídrico de España en su integridad, y que se adopten medidas y soluciones no condicionadas ni contaminadas por políticas rastreras de partido o de nacionalismos trasnochados.

Los hechos están demostrando que este país necesita urgentemente un Plan Hidrológico Nacional que armonice sin demagogias las necesidades y los recursos, porque el agua es tan necesaria para vivir como el aire que respiramos, como los alimentos, y todo el mundo sabe que con las cosas de comer no se juega. Desgraciadamente nuestros políticos han jugado con naipes marcados que han tenido como consecuencia que quien más la necesita se quede sin ella.

 

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